Las marchas, contramarchas y traiciones por el pedido de vacancia del ministro del Interior Willy Huerta, distrajeron la atención pública sobre un tema que también se ventiló en estos días y considero incluso más trascendente que un simple relevo ministerial, cuando suman siete en 14 meses en ese portafolio.
Se trata de la aprobación de la ley que declara el 22 de abril “Día de la lucha contra el terrorismo” y que entre sus primeros frutos sirvió para conocer el nombre, apellido y grupo político al que pertenecen quienes se opusieron a la aprobación de esta norma y desnudaron su posición “filoterrorista”.
Hay congresistas que siguen haciendo el juego a remanentes de Sendero Luminoso y del MRTA, como si los miles de peruanos muertos de manos de estos asesinos fueran poca cosa, como si los más de diez años de violencia terrorista no merecieran ser recodados como la etapa más dura que le ha tocado vivir a nuestra nación.
Hay congresistas que hasta el día de hoy no reconocen el sacrificio y esfuerzo de valientes militares y policías, de los comités de autodefensa, de autoridades y pobladores que se unieron para acabar con esa lacra que impulsaron Abimael Guzmán y Víctor Polay.
Tontos útiles les llamaban los comunistas a los intelectuales de occidente que sin pertenecer a sus filas se prestaban precisamente a ese juego perverso de relativizar los métodos sangrientos que usan para acceder al poder, desde la época de Lenin y Stalin.
La votación fue de 78 votos a favor de la aprobación de esta ley, 8 en contra y 18 abstenciones. De los 26 congresistas filoterroristas citaré solo el nombre de cuatro que son de los que más reclaman micrófono para defender causas imposibles.
Sigrid Bazán, Susel Paredes, Elizabeth Taipe y Pasión Dávila son congresistas a los que poco importa que ahora les señalen como amigos de los terroristas después de la forma como se opusieron a que el país dedique un día a rendir honores a quienes cayeron luchando contra el terrorismo, contra el comunismo internacional..