Lo conocí en el departamento que ocupaba en un edificio frente al Parque El Reducto, uno de los diez que hubo para defender la ciudad de Lima de la invasión chilena en la Guerra del Pacífico.
Fui llevado por su sobrino Guillermo Morales Cavero, hace como diez años y no lo volví a ver hasta 1919 cuando la Asociación de Trabajadores y Ex Trabajadores de Radio y Televisión del Estado ATRATREL, que preside Arturo Elías, lo premió con un diploma en mérito a su destacada labor como ex gerente del Canal 7, hoy Instituto de Radio y Televisión del Perú IRTP.
La ceremonia se realizó en el auditorio de la Asociación de Autores y Compositores APDAYC y en la misma reunión fue reconocido el aporte de otros servidores mucho más jóvenes pero talentosos como Elsa Iturriaga, July Pinedo y Katy Jara.
Fernando pese a sus más de 90 años estaba completamente lúcido, sagaz, inteligente, aunque apoyado en un bastón que dejó a un lado cuando pidió la palabra y dio un breve discurso, tal vez el más emotivo de su vida, para agradecer las muestras de afecto de sus ex compañeros de trabajo, que con este sencillo acto le hicieron revivir experiencias de los muchos años, alrededor de 30, que dedicó a la televisión peruana, desde su aparición en la década del 50.
Falleció ayer en la mañana en el Hospital Edgardo Rebagliati y me tocó comunicar la noticia a Eduardo Guzmán, presidente del IRTP, quien lo conoció mejor que yo, puesto que Samillán fue su profesor en la Universidad de Lima.
Pasó sus últimos años contemplando lo que fue escenario de la Batalla de Miraflores y seguramente soñando con hacer un último programa, de esos que solo la televisora estatal realiza para difundir valores como el de esos patriotas que ofrecieron su vida por defender al Perú.
Samillán era ingeniero graduado en la UNI y en la Universidad de Tulane en Estados Unidos, fue actor y director de teatro y entregó su vida por el Perú, con el arma valiosa de su inteligencia, para adaptar ese invento maravilloso de la televisión a la vida social y cultural de los peruanos. Descansa en paz Fernando.