La única sorpresa fue que nos adelantó las Fiestas Patrias, fue un discurso de 28 de julio, con todo el rollo de lo que ocurre, piensa y hace en cada uno de los sectores de la actividad nacional, comenzando por el minuto de silencio por las víctimas de la peste china.
Reiteró que la salud y la educación no son servicios sino derechos, pero no dijo cómo quiere revertir esa situación, dijo que los recursos naturales no benefician a los peruanos (supongo se refiere a los minerales) porque los agricultores viven en pobreza y abandono (los minifundistas) y porque la corrupción y la impunidad se llevan el dinero de los pobres (no mencionó a los Dinámicos del Centro, ni los Tiranos del Centro, mafias huancas que con otras ayudas financiaron su campaña).
Fue un discurso de Fiestas Patrias, que no adelantó las elecciones como se pensaba. Aníbal Torres explicó después que Castillo suprimió esa idea que dijo, rondaba por su mente.
Una vez más Castillo dijo que no es comunista, pero es el responsable del nombramiento de afiliados al Movadef, (brazo político de Sendero Luminoso) en los cargos de prefectos, subprefectos, gobernadores o tenientes gobernadores regionales.
Estos funcionarios son los responsables, según su manual, de proteger los intereses de la nación ante la posibilidad de desorden y anarquía. Deben velar por los asuntos de seguridad interna.
Todos los ataques a las empresas mineras, en distintas regiones, son asuntos de su competencia de modo que no me extraña sigan ocurriendo de manera impune y tienen en su haber millonarias pérdidas económicas para las mineras, el país y las respectivas regiones.
Nadie va a firmar un documento que certifique que tras los ataques a la minería está Sendero Luminoso. Los policías, a la larga bajo órdenes de prefectos y subprefectos, no harán ningún esfuerzo por detener esta ola de violencia que busca generar el caos social para proclamar como solución “el momento constituyente” y convocar la asamblea con la que pretenden instaurar el régimen comunista.
El discurso de Castillo fue para ganar tiempo al propósito que esconde habilosamente que no es otro que el de perpetuarse en el poder, como lo proclama abiertamente Vladimir Cerrón.