Los electores se habrán convencido, luego del debate de ayer, que Castillo es un candidato comunista que entre otras propuestas lleva a convocar a una asamblea constituyente, como la de Hugo Chávez, para quedarse en el poder eternamente.
Ahora se habrán convencido que advierte una segunda reforma agraria que acabará con la agricultura de exportación, que tanta mano de obra demanda en distintas regiones.
Castillo expresa también que la riqueza del Perú debe ser para los peruanos y entonces está decidido a expropiar y nacionalizar la minería y cuanta empresa de capitales foráneos encuentre en el camino.
La educación no es un negocio, sentencia, para anticipar el fin de la educación privada, en colegios y universidades.
Los que seguimos el debate de ayer, que de manera ejemplar organizaron las autoridades de Chota, nos terminamos de convencer que se trata de un candidato radical de la extrema izquierda, consonante con los congresistas que llevó en su lista, varios de los cuales cumplieron sentencia por delitos de terrorismo.
El candidato chotano afirma que no es comunista, ni chavista, ni terrorista pero, si camina junto con los patos, nada junto con los patos y come acompañado siempre de patos, que no diga entonces que no es pato.
LA REFORMA AGRARIA
La reforma agraria en el Perú no solamente no mejoró la productividad, sino que la estancó. Los mejores ingenieros agrarios migraron a otros países, fueron a hacer producir tierras ecuatorianas, colombianas y venezolanas a donde llevaron sus conocimientos tecnológicos.
No fueron los campesinos quienes se beneficiaron con la expropiación, sino las cúpulas que se hicieron cargo de la administración de las cooperativas, sociedades de interés social y cuanta estructura burocrática se les ocurrió para dar chamba a los activistas que se ganaban la vida dando vivas a Velasco.
Las pérdidas económicas se suman por miles de millones y las seguimos arrastrando hasta estos días, debido a que aún existen unos pocos complejos agroindustriales que nunca pasaron a manos de sus trabajadores, sino que siguen en poder de cúpulas, de administradores ahora judiciales, otros patrones, burócratas que se benefician del hambre de los campesinos.
Sucesivos gobiernos encuentran fórmulas cada vez más cínicas para no honrar los bonos de la reforma agraria, debido a que significaría un enorme forado en las siempre alicaídas finanzas públicas.
El fracaso de la reforma agraria se debe a una falla de nacimiento, a una tara ideológica que tiene que ver con la idea estatista de la izquierda sobre la economía. “Los medios de producción deben estar en manos del Estado, debido a que cumplen un rol estratégico”. Ahora le dicen estratégicas a las minas que no estatizó Velasco debido a que no existían.
La izquierda no quiere aceptar el fracaso de la reforma agraria, que más que un fracaso fue una tragedia. Los pobres se hicieron más pobres, el país tuvo que importar aquello que antes exportaba.
Gracias a la iniciativa privada surgió en los 90, una nueva generación de agro exportadores que supieron invertir en nuevos “latifundios” surgidos a raíz de nuevas irrigaciones, que no cargan el lastre de la reforma agraria. Son empresarios innovadores y optimistas, que invierten en investigación y aplicación de tecnologías que el Estado no ha sabido trasladar a los agricultores más pobres.
Hoy tenemos nuevamente industria agro exportadora gracias a gente que confía en el progreso del Perú y a quienes ayer la izquierda llamó latifundistas oligarcas.
GANO KEIKO
Keiko con seguridad y valentía fue hasta la tierra de su adversario para dejar constancia por qué está dispuesta a ser la primera mujer que asumiría la presidencia del Perú, por votación popular.
Habrá que tener mano dura con la izquierda puesto que, de perder la elección, está cantado no quedarán conformes con el resultado. Marchas callejeras, huelgas, bloqueo de carreteras y todo tipo de maniobras violentas a las que recurren siempre para imponer sus ideas, será la reacción.
Ser duros con la izquierda no insinúa violar ninguna ley, simplemente aplicar las que existen para defender la democracia y eso tendrá que hacer Sagasti a partir del 7 de junio próximo, una vez se conozca el resultado de la votación.