La distancia entre la Tierra y el Sol no siempre es la misma, va variando, como igualmente cambia la posición de nuestro planeta que gira en bamboleos que algunos astrónomos comparan a lo que sucede con los trompos.
La órbita alrededor del Sol es elíptica y ese es el principal factor que determina el comportamiento del clima terrestre y pretender que la caca de la vaca y de las ovejas influya debido a que por su volumen afecta la capa de ozono suena a cuento infantil.
También atribuyen la existencia de fenómenos meteorológicos a la actividad volcánica, que seguramente en algún momento ocurrió, pero son los movimientos de la Tierra y de los astros los que resultan determinantes.
Contra eso nada pueden hacer las oficinas de prevención de desastres y defensa civil, solamente aceptar que cada cierto tiempo se repetirá la tragedia que significan lluvias torrenciales que terminan arrasando todo lo que encuentran a su paso.
Lo único inteligente será hacer caso a los expertos que recomiendan no construir viviendas en el cauce de los huaycos, en medio de las quebradas ni al borde de ríos que sabemos, en algún momento, volverán a crecer y desbordar.
La intensidad del fenómeno de El Niño no se puede anticipar, aunque la organización meteorológica mundial anuncia que este año, en el segundo semestre, se presentará con una intensidad inusual. Habrá un aumento global de temperaturas, que es lo que estamos viviendo desde ahora y en consecuencia cambiarán los patrones de los vientos y las lluvias en todo el planeta.
Estamos avisados, lo que se viene puede ser igual o aún más catastrófico que lo que sufren en estos días nuestros hermanos del norte. La intensidad del fenómeno meteorológico puede ser aún mayor y debemos estar preparados para eso, estamos advertidos.