De las numerosas tentaciones a las que se exponen las personas hay una que transforma rápidamente a un honrado en vulgar ladrón y es cuando tienen a su disposición el cuidado de una fuerte cantidad de dinero, que nadie sabe cuánto.
Entonces cogen un puñado de billetes y se los guardan en el bolsillo para dar sentido a un dicho que tiene mucho de razón. En arca abierta el justo peca.
Se recurre a este dicho con el fin de advertir que no debemos dar ninguna facilidad a quienes pueden cometer alguna falta o delito, no debemos cometer descuidos que puedan favorecer al delincuente.
No debemos dejar a la vista dinero, joyas y objetos de valor que pueden avivar la tentación. Nadie está libre de caer en el pecado.
Líderes confesionales o evangelistas mediáticos, investidos de autoridad, han caído de manera habitual, consuetudinaria en la ancestral tentación de «sustraer dinero de la bolsa de las ofrendas al Señor» (Juan 12:6) para su beneficio personal o, cuando menos, para hacer más cómodo el imperativo cristiano: «ven, sígueme, tomando tu cruz» (Marcos 10:21). Muchos de estos líderes cristianos han abusado de las ofrendas de Dios puestas bajo su administración, debido a la excesiva confianza depositada en su falible humanidad.(Google)