Luego de que Nicolás de Piérola «El Califa», fuese expulsado del Perú en el año 1874, después de la derrota a la conjura que este inicio en el poblado de Candarave, Tacna, entre octubre de 1873 y febrero de 1874, donde inició movimientos revolucionarios contra el gobierno Civilista; para aquel momento, Piérola, enfrentó militarmente al Contraalmirante Montero, el mismo, que sería jefe del Estado Mayor del Ejército del Sur acantonado en Tacna y Arica entre 1879 y 1880, como señala (Dávalos y Lissón 310-312); luego de la derrota de Piérola, este se refugia en Bolivia, donde es mantenido por la clase política que puso en el Gobierno a Tomás Frías Ametller, para algunos autores como De la Riva Agüero, señalan que una de las principales razones por la cual Piérola fue tan bienvenido por la clase política boliviana, luego de sus «aventuras revolucionarias» fue que su padre, fue presidente de la Asamblea Confederacionista de Sicuani, Puno, con lo cual, los vínculos familiares e históricos entre la familia Piérola y un sector de la clase política – aristócrata criolla – de Bolivia, que desde 1830 quería anexar los territorios de Tacna, Arica y Tarapacá al territorio de Bolivia.
Estos mismos actores políticos fueron los que generaron la débil posición boliviana en torno al diferendo limítrofe con Chile en los Tratados de 1866 y 1874. Por este motivo, el caudillo Piérola fue mantenido en dicho país hasta comienzos de 1876, para luego trasladarse a Chile, donde la clase política le daría la bienvenida con beneplácito. Cabe indicar qué muchos de los miembros de la clase política chilena, fueron accionistas locales de la Casa Dreyfus, la misma que fue favorecida por Piérola y Manuel Pardo, con la firma de la Casa Comercial francesa-judía. Piérola, en muchas ocasiones trató de quitar la sombra de las luctuosas negociaciones del Contrato Dreyfus, mediante los medios periodísticos que él había creado; y del cual, era asiduo articulista como plataforma para sus fines políticos.
Al igual que Piérola, muchos de sus más leales colaboradores políticos establecieron – a través de los diarios “La Prensa”, “La Patria”, “La Opinión Nacional”, entre otros-, la plataforma política para ganar adeptos a la causa pierolista en contra de los sucesivos gobiernos del Perú, principalmente el de Prado, el cual investigaba la corrupción tras el Contrato Dreyfus y la nacionalización de las Salitreras de Tarapacá, como señala el mismo Piérola en su «Exposición de Motivos» de 1872.
El 03 de octubre de 1876, Piérola retorna al Perú desde Chile, para iniciar un nuevo acto revolucionario contra el gobierno constitucional de Prado, siendo derrotado nuevamente en Yacango, Moquegua, el 19 de octubre de 1876, nuevamente va a Chile, donde una nueva expedición al Perú – financiado por el Gobierno de Chile como refiere Ricardo Luna , García y García y Caivano, donde captura al monitor «Huáscar» en el Callao; en este periodo, Piérola se entera que dos fragatas inglesas (HMS Shah y HMS Amethyst), las cuales habían hostigado los puertos chilenos, considerando esta acción como: «una intromisión inaceptable a los países sudamericanos», con lo cual decide entablar combate con ambos navíos ingleses en Pacocha, Ilo el 29 de mayo de 1877, siendo reconocido por el Gobierno de Chile. Fracasado el levantamiento de Piérola, es vuelto a ser enviado al destierro por el Gobierno Constitucional del General Mariano Ignacio Prado, siendo recibido con honores por el gobierno de Chile.
Aunque a la fecha existen pocas y documentadas acciones y/o declaraciones de Piérola en torno al problema chileno -boliviano 1874-1879, se conoce por la investigación de Dulanto Pinillos que Piérola, daba alocuciones a los círculos políticos del Senado Chileno, que el Perú no participaría en la contienda entre Chile y Bolivia; según las declaraciones del mismo Piérola, estos problemas tenían una fácil solución, si las partes lo creyeran conveniente; y que el mismo interpondría sus buenos oficios con los políticos de La Paz para buscar una pronta solución al impase; sin embargo, (Ahumada Moreno Tomo I-II, 99), rescata el editorial del Diario «El Comercio» del 20 de enero de 1879, en la cual el autor del artículo recoge algunas declaraciones de Piérola en Chile, donde señala que: «Piérola encontraría fácilmente elementos en Chile para derrocar al gobierno de Prado y asegurar una rápida victoria por parte de las armas chilenas»; era sabido por el enrarecido ambiente que se veía venir, qué Piérola tarde o temprano tendría un papel gravitante en la situación política del Perú y en los ejércitos aliados de Perú y Bolivia.
La prensa de Tacna recoge la manifestación desarrollada por comerciantes de Tacna y Cochabamba, quienes reivindican la unión entre ambos pueblos; y se encuentran llanos a empezar la reivindicación ante la afrenta chilena, como se hicieran ambas ciudades contra el atentado a la Confederación peruano -boliviana contra los opositores a esta unión, en clara referencia a los gobiernos pro peruanos república del Perú y Chile; entre los firmantes de dicha declaración se encuentran colaboradores de Piérola durante su campaña revolucionaria en Tacna y protectores en su destierro en Bolivia. asimismo, el mismo diario, con fecha 04 de febrero de 1879, señala que la gran tragedia que cierne al Perú en una guerra contra Chile, se basa en el debilitamiento que tuvieron las fuerzas armadas peruanas desde 1875- 1876, culpando de forma indirecta al gobierno de Prado en el debilitamiento de las fuerzas armadas peruanas.
Piérola, en los momentos previos a su retorno al Perú erige un «Manifiesto a los pueblos del Sur del Perú» con fecha 21 de marzo de 1879, el cual, es recogido por (Ahumada Moreno Tomo I-II, 159-160), en donde llama al Perú a resistir una inminente guerra, la cual en sus palabras fue (Sic): «historia de los ajitadores que rechazaron la paz que habíamos gestado en mayo y junio de 1877(…)», manipulando los acontecimientos de su revolución y captura del monitor «Huáscar» para conjurar un Golpe de Estado al gobierno constitucional de Prado, estableciéndose este (Piérola) como interlocutor por la paz entre Chile y el Perú.
Piérola retorna al Perú mientras las negociaciones e intentos de Lavalle navegaban a ningún lado, los caldeados ánimos belicistas hicieron que viejos actores políticos se reactivaran del letargo ocasionado por el destierro de su principal caudillo, al parecer, los aires de guerra, los sacó de su letargo, los principales adeptos a Piérola cobraron vida nuevamente. Lavalle, infructuosamente trató de hacer lo indecible, pero la suerte estaba echada, fracasada la Misión diplomática de Lavalle en abril de 1879, se conoce que Piérola, también retornaría al Perú.
El gobierno de Chile, a pedido de Aníbal Pinto, solicita la expulsión de ciudadanos peruanos de Chile entre los últimos días de marzo y el 03 de abril de 1879, el 04 de abril de 1879 el ministro Lavalle vuelve al Perú en el vapor Liguria, en la sesión secreta del Senado de Chile se aprueba el Decreto Presidencial de Aníbal Pinto, en el cual se declara la Guerra contra Bolivia y el Perú, dicha comunicación no fue comunicada por Chile a los países beligerantes, muy por el contrario, la declaratoria fue publicada en el diario El Mercurio el día 05 de abril de 1879, fecha en la cual, Piérola también emprende rumbo hacia Lima. Con la llegada de Piérola al Callao, inicia una pronta reunión con sus aliados políticos, el General La Cotera, quien se encontraba asumiendo la presidencia del Gobierno en su condición de Presidente del Consejo de Ministros del gobierno de Mariano Ignacio Prado, intuye las intenciones sediciosas de Piérola contra el gobierno, con lo cual, comunica al presidente Prado en Arica, la necesidad de incluirlo en el gabinete, a fin de mantenerlo cerca y evitar conjura alguna contra el gobierno; lo cual sería calamitoso para el Perú, pensar en una guerra en el frente interno, teniendo al ejército chileno iniciando acciones en los territorios de Iquique y Tarapacá.
Las dudas, por demás razonables, sobre la presencia de Piérola en la comitiva nos lleva a considerar las especulaciones propias del tema, los escribidores de Piérola, habían generado noticias en los medios locales, el editorial del Diario «El Nacional» de Lima del 8 de diciembre de 1879, hace referencia directa a Prado bajo supuestos y calumniosas afirmaciones. ¿Era acaso el desánimo de una guerra para la cual no estábamos preparados la justificación para intentar asaltar el poder por tercera vez? La respuesta es sí, un ejemplo de varios oficiales humillándose, marchándose e inmanchando al noble ejército a que tuvieron el alto honor de pertenecer, han manifestado impotencia, cobardía; esos hombres no deben andar en las calles de Lima; esos solo pueden vivir entre jente sin honor, sin delicadeza; esos miserables no han visto nada, les han hecho creer en una fábula; son bien conocidos; cuanto digan es falso i es de pedir se les considere inútiles para llamarse peruanos la mayor parte de las ambulancias peruanas deben estar en poder del enemigo, porque no ha faltado quien vaya a entregarlas, pidiendo en cambio un pasaporte para el Callao, i abjurando el volver a tomar parte en esta contienda; esta es la verdad. No hai relación de muertos ni heridos, porque quizás no sea la espresión de la verdad, i sobre todo, porque el país no llora a los que pierde, sino las ofensa de los que le humillan, desprestijiando la nobleza de su causa con sus criminales deserciones. Que el gobierno tenga cordura, que le rodee el apoyo de la opinión pública, que el Perú sea todo uno, i el ejército del Sur, basado en esa sólida base, escribirá en cada combate una pájina de gloria para la historia; i seguirá nuestra bandera a los espúreos hijos de la América (…) ahora pregúntense señores editores: ¿qué se ha hecho ese numeroso ejercito? ¿Había acaso, como se susurra, plazas supuestas? ¿O es que el hambre, la sed, la desnudez, los desiertos han diezmado nuestra tropa más que las balas chilenas? ¡oh! Esto es horrible. ¿No habrá remedio para tanto mal? De usted, señor editor. “Roberto”.
Ello, es el retorno de Piérola desde Chile el 16 de abril de 1879, por tanto, debemos preguntarnos: ¿Cuál fue la intención de Piérola al volver al Perú? y sobre la recepción a Prado ¿fue acaso el acompañamiento de Piérola a Prado un artilugio publicitario para generar la idea adhesión a la causa nacional y granjear la opinión pública bajo su compromiso para con la Patria? además de esto, la carta de Agustín Gamarra, donde se relatan los actos de rebelión en Moquegua a favor de Piérola.
Es también sabido conforme al documento consignado en el Diario de Campaña del Ejercito de Bolivia que Piérola, había iniciado una intentona de sublevación desde un mes antes de la salida de Prado del Perú, al respecto Ochoa señala: «30 de noviembre de 1879. El general Montero avisa de Arica que el presidente Prado ha llegado a Lima (…) Se dice que ha habido en Moquegua un movimiento revolucionario contra Prado a consecuencia de los últimos desastres». Dichas acciones contra Prado en Tacna, fueron las mismas que se desarrollaron en La Paz, de forma simultánea, desarrollándose una intentona de rebelión con fecha 27 de noviembre de 1879; ambas sublevaciones eran espontáneas o influenciadas, en cualquiera de los dos casos debemos preguntarnos: ¿Era coordinado? ¿A quién le interesaba romper la alianza y desarticular a oficiales pradistas en el Sur? En ambas circunstancias, es interesante lo que indica Ochoa y menciona: «Se sabe que en La Paz tuvo lugar el 27 de noviembre un movimiento que no muestra nombre pero que evidentemente tiende a derrocar al General Daza».
Con el motín del Callao, se marca la tan ansiada oportunidad de Piérola de tomar el poder, aun a costa del interés nacional que era la defensa nacional con la destitución del presidente del Consejo de ministros; y Presidente del Gobierno encargado, general don Manuel González La Cotera, se abre paso a la persecución de oficiales respetuosos del Orden Constitucional; en el caso del Perú, la persecución empezó contra el Contra-Almirante Montero y contra el Prefecto Zapata, la llegada del General Pedro Alejandrino del Solar a la prefectura de Tacna, era – sin duda-, la señal del copamiento de los cargos políticos (Civiles y Militares) para obstaculizar los planes defensivos establecidos en la Alianza hasta 1879; además de mantener control político sobre las autoridades de la Junta Militar aliada, poniendo y sacando piezas del mismo a placentera disposición de los caprichos de Piérola.
Parte de “La conspiración en Tacna” de Gary Martín Osorio Soto publicado en la edición N° 4 de la revista del Archivo Regional de Tacna.