Hace más de sesenta años acompañé a mi primo Francisco Yeyo Basili a recibir un premio cuando ganó un concurso de locución infantil, organizado por Radio Nacional en Tacna. Fue mi primer contacto con una institución que me tocó dirigir muchos años después.
Imposible que yo hubiese podido participar debido a que siempre fui el mudo de la familia, difícilmente hablo frente a desconocidos y mucho menos ante un público que llenó el pequeño auditorio.
Ahora lo veo pequeño, pero de niño me pareció enorme y admiré siempre el talento de Yeyo conversando como grande con un señor grande, como fue Patricio Conti Olivares.
Mucho tiene que ver la solemnidad con la que Patricio dirigió el acto, como si se tratara del más grande trofeo jamás pensado por gobierno alguno en la historia de la radiodifusión mundial. Y todos en ese momento lo creímos así, la majestad del lenguaje empleado por el maestro de ceremonia creó un ambiente de gravedad, dignidad y seriedad.
Se había impuesto a varios otros niños de su edad en una competencia que consistía en hablar y para eso, disculpen todos, comenzando por Yeyo, mi primo es un campeón.
Prefirió la aventura de Madagascar y otros destinos remotos y salvo esporádicas intervenciones en algunas emisoras de radio, no le dio mayor importancia a una profesión que pudo haberle deparado más penas que alegrías, escogió bien.
Yeyo, como fue Patricio, conserva esas cualidades propias de los buenos locutores, con una voz clara, muy buena entonación y la modulación que hace fácil entender cualquier mensaje. Su afición por la lectura le asegura un conocimiento amplio y variado de las distintas tendencias del pensamiento, que le permiten interactuar con propiedad con quien dialoga.
La dicción es la articulación de los sonidos al hablar y cada uno tiene una manera diferente de acentuar las palabras, es nuestra manera de expresarnos. La velocidad es otro de los factores que influyen en el resultado y la omisión de un fonema puede distorsionar el contenido. El pequeño locutor goza de tres lindos nietos y se convirtió en un gran interlocutor de cualquier iniciativa intelectual.