Quienes nacimos, nos criamos y crecimos a mediados del siglo pasado, conocimos los primeros dibujos animados inicialmente en revistas de historietas (comics) y después en cortos de cine con graciosos personajes creados a partir de ingeniosas caricaturas de personas o animales humanizados, protagonistas de divertidas situaciones.
Todavía no habían inventado la televisión o no había llegado a nuestros hogares, de modo que el intercambio de revistas fue una práctica frecuente entre amigos del barrio y recuerdo haber tenido un lugar especial para guardarlas en mi dormitorio.
Entre estos personajes de historietas destacaba el Pato Lucas, un ave de plumaje negro, ojos muy expresivos y medio loco, por sus sorprendentes arrebatos producto de una habilidosa y ocurrente astucia.
Fue creado antes que nosotros naciéramos, en 1937, en Estados Unidos, por Tex Avery y Bob Clampett, de la Warner Bross, para interactuar con Bugs Bunny, Elmer Gruñón, Porky, el Gallo Claudio y Speedy Gonzáles, entre otros.
Su personalidad ha cambiado con los años y su espíritu de ingenioso ganador se transformó un tiempo en gruñón, como uno de sus amigos, para volver últimamente a su naturaleza original, hábil, chistoso, ocurrente y ganador.
A uno de mis amigos de la infancia le pusieron de apodo su nombre, el Pato Lucas, que por cierto es muy diferente al personaje de la historieta, más bien sereno, cuerdo, amable, cariñoso, responsable, inteligente y generoso.
El Pato Lucas, sigue en las historietas y cortos de dibujos animados y en las serie de televisión como New Looney Tunes y Looney Tunes Cartoons.
Mi tocayo Giglio me contó que el otro personaje, el amigo de la niñez, hoy está de cumpleaños y como siempre gusta celebrarlo con picante de guata y cordero a la parrilla.