En el debate político suele aparecer este dicho para responder denuncias y acusaciones en acalorados intercambios, con o sin sustento, de los más entusiastas parlamentarios.
Con frecuencia se culpan de echar mano al tesoro público para provecho propio o para favorecer a personas allegadas a su entorno y entonces el de la vereda contraria le dirá: el ladrón cree que todos son de su condición.
Difícil es precisar el origen del dicho aunque hay quienes suponen data de la antigua Roma cuando acostumbraban decir “Malus est qui praesumitor sibi malos esse alios”… “Malo es quien presume que los demás son malos”.
La metamorfosis de las palabras cambió el “malo” por “ladrón” y el dicho se adecuó a nuestro tiempo y optamos por calificativos mucho más duros y directos.
No todos fuimos formados con los mismos valores ni actuamos de la misma manera, ante determinadas circunstancias. Sospechar que otras personas harían lo mismo es el fondo de un dicho muy antiguo.
Quien no ha robado, siquiera una sonrisa, una lágrima o una caricia dirá el ladrón, para afirmar que todos somos de su misma condición