Tan o más alto que Hernán Boluarte es el Hermano Fernando Gonzales, guía y tutor de la primera promoción del Colegio Champagnat de Tacna, aunque colgó la sotana, contrajo matrimonio y tuvo hijos residentes en España, algunos de sus pupilos preferimos seguir diciéndole Hermano, que es también una forma cristiana de comunicarnos.
Es español y desde muy joven dejó su patria para recalar en Tacna, en un pequeño colegio nacional administrado por los hermanos maristas, con aulas de primaria, secundaria y una Escuela Normal Superior de Varones.
El sistema de enseñanza, a diferencia de lo que ocurría en los colegios donde estuve antes, no necesitaba tener a los alumnos escribiendo extensos dictados y en cambio nos sometían a un control permanente con calificaciones quincenales y en las semanas intermedias nos calificaban la conducta.
Los padres de familia estaban acostumbrados a recibir todas las semanas la evaluación, en una libreta de notas que debían firmar para dar fe que estaban enterados del rendimiento de sus hijos.
Esa diferencia es clave para medir al milímetro el dominio que podíamos alcanzar en cada materia y es que por milímetros se definía el orden de ubicación del ranking general.
Quedó viudo y después de trabajar 50 años en el Perú decidió que debía regresar a España a donde viajó hace poco más de un año y Gustavo Liendo organizó una pre despedida, en la que tuve ocasión de agradecer el tiempo que dedicó para serenar el espíritu rebelde que, con o sin causa sigo teniendo. La verdadera despedida fue en casa de los De Olazábal y no pude ir.
Fernando me contó que se cansó de elevar propuestas para mejorar la educación en el país, basadas en la experiencia adquirida en colegios de distintas regiones, pero nunca recibió siquiera un no por parte de la burocracia.
En el balance final sospecho se habrá llevado la satisfacción de haber ayudado a formar numerosas promociones de maristas agradecidos a personas como él, que ayudan a mejorar el sistema educativo, mientras otros parecen empeñados en malograr.
Gracias Fernando, Hermano Fernando. Dedicaste tu vida al Perú a una causa que valió la pena. Muchas gracias te dicen tus alumnos.