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sábado, noviembre 23, 2024

EL GRAN PAJATÉN

Suena como al nombre de una mítica ciudad de tesoros fabulosos de los cuentos que narraba Sherezade, pero no es cuento ni está tan lejos de merecer un capítulo en el libro de los grandes sueños..

El Gran Pajatén existe y es un conjunto de construcciones escondidas en la selva entre los ríos Marañón y Huallaga, allí donde se acaba la región La Libertad, en el límite con Amazonas, en el Parque Nacional de río Abiseo.

Eduardo Peña Meza fue su descubridor, hace muchos años, a principios del siglo pasado y muy poco se pudo hacer hasta que una universidad norteamericana se interesó por el hallazgo, recién a fines del segundo gobierno de Fernando Belaúnde, cuando inició en la zona un proyecto de investigación que llamó la atención nacional.

El gobierno envió una comisión formada entre otros por por el Arquitecto Pimentel, mi suegro el Teniente Coronel EP Antonio Chávarri Urrelo y el explorador norteamericano Gene Savoy.

Los medios de comunicación enviaron pronto misiones y la publicidad fue tan grande que comenzaron pronto a planificar su explotación turística.

El alboroto ocasionó que la presencia de numerosas personas, en un lugar, que no había recibido humanos durante siglos, comience a resentirse, debido a que estas ruinas de la cultura Chachapoyas son sumamente frágiles y sufrieron daños que pusieron en peligro su conservación.

Las autoridades de tuvieron la ola de curiosos y actualmente se requiere de permisos especiales para acceder a la zona. No está permitido el ingreso al parque y los profesionales responsables aguardan seguramente una inyección financiera para abordar con nuevos bríos el proceso de restauración antes de volver a intentar su apertura al turismo.

El Gran Pajatén no es un sueño, es una realidad que estamos obligados a cuidar y proteger en la medida de las posibilidades, pero de ninguna manera a olvidar.

El turismo es una de las grandes apuestas que nos reserva el futuro, cuando podamos decir que la epidemia ha terminado.

 


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