Escribía mis primeras notas policiales en el diario La Voz de Tacna cuando se produjo el golpe de Juan Velasco Alvarado contra Fernando Belaunde Terry, el 3 de octubre de 1968. Me quedo con la versión de los premios Guido Chirinos Lizares y Enrique Chirinos Soto, en “El septenato”.
Belaunde advierte el tumulto de las tropas que suben apresuradamente las escaleras de palacio y que le recuerdan –explica- el tumulto de la bandada de colegiales que ingresan al plantel escolar. De pronto, se abre la puerta de la antesala presidencial y en su dintel aparece un oficial del Ejército en uniforme de campaña.
El presidente lo increpa:
– Identifíquese
Respuesta del oficial:
– Mi nombre no interesa.
Réplica de Belaúnde:
– Entonces, además de traidor, es ud. un cobarde.
Silencio
El presidente vuelve a la carga:
– ¿En nombre de quién actúa usted?
Respuesta:
– Cumplo órdenes del Presidente del Comando Conjunto de la Fuerza Armada y Comandante General del Ejército General Juan Velasco Alvarado.
Replica presidencial:
– ¿Y por qué Velasco no tiene el coraje de venir personalmente, y envía a un subalterno?
Silencio
Uno de los edecanes, a quienes Belaúnde había también convocado apresuradamente mediante el oficial de servicio, se acerca al presidente y le dice al oído:
Es el Coronel Enrique Gallegos Venero.
Belaúnde sube el tono de los denuestos. Gallegos se ha hecho acompañar de una media docena de oficiales, entre los que se encuentran los mayores Justo Jara Ugarte y Gonzalo de la Rocha Brito.
– Los oficiales sediciosos rodean a Belaúnde y lo presionan físicamente para que se ponga en marcha.
Fernando Belaunde regresó al palacio de gobierno el 28 de julio de 1980, en hombros del pueblo que lo volvió a elegir presidente constitucional.