El combate del 2 de mayo es la mejor demostración de la manera cobarde y abusiva que tuvieron siempre los españoles contra los peruanos. Busques de guerra armados exageradamente intentaron repetir un bombardeo igualmente cruel y sanguinario cometido anteriormente, el 31 de marzo de ese mismo año al puerto de Valparaíso, en Chile.
Chile había negado atender a los buques españoles que vinieron a esta parte del mundo para imponer un tratado prepotente favorable a los españoles, firmado por el ex presidente peruano Juan Antonio Pezet y Rodríguez de la Piedra, razón por la cual fue derrocado por el golpe de Arequipa, de Mariano Ignacio Prado.
El origen del tratado fue un enfrentamiento entre hacendados y peones, en Talambo, Chincha, donde murió cuando menos un español de manos de peones de la hacienda.
España pretendió zanjar el tema imponiendo el tratado, Vivanco-Pareja que obligaba al Perú a una reparación de 3 millones de pesos. España quería seguir mamando de las tetas del Estado peruano.
Prado tuvo las agallas de decirles que no y sabiendo del tremendo estropicio causado por 2 mil 600 bombas lanzadas por los españoles en Valparaíso, dispone se preparen las defensas del puerto del Callao, ante el inminente ataque que ocurrió un mes y días después.
Bombardear puertos y destruir por el placer de destruir fue una forma delirante de expresar que les dolió ser expulsados del subcontinente sudamericano.
En el Callao murió el entonces ministro José Gálvez y otras 200 a 350 personas, entre peruanos y extranjeros, mientras que en el lado español resultaron 43 muertos, 83 heridos y 68 contusos, según su propio balance oficial.
Hoy los chalacos prefieren que el país recuerde el incidente como el combate del Callao y no del 2 de mayo, como ha venido sucediendo hasta la fecha.
Mariano Ignacio Prado tuvo cuatro hijos “naturales” tres de ellos murieron en la Guerra del Pacífico (Justo, Leoncio y Grocio) además de Carmen. Y luego, casado con María Magdalena Josefa de los Dolores Ugarteche Gutiérrez y Cossío tuvo otros once hijos entre ellos Javier y Manuel Prado Ugarteche