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sábado, noviembre 23, 2024

EL CHOLO CENTENO

“Tengo el orgullo de ser peruano y soy feliz…” comenzó a cantar Efraín Centeno Mauro en una reunión de trabajadores de Correo de Tacna, como un número artístico que no sospeché podía darse así, tan espontáneo y entusiasta.

Al resto no nos quedó más que seguirlo hasta el final y acompañarlo con palmas en esa canción que después usó Alan en su primera campaña electoral.

El cholo Centeno, le decíamos así con mucho cariño, mostraba una de las numerosas facetas que lo convirtieron en ese hito del periodismo tacneño que cambió la nota policial intrascendente por el drama de miles de familias de asentamientos humanos, pueblos jóvenes, que invocaban apoyo para atender servicios elementales de luz, agua y desagüe.

Comenzó a publicar una columna dedicada a esos temas y cada día surgían nuevas poblaciones de palos y esteras, en una ciudad que comenzó a experimentar la explosión demográfica impulsada por la fuerte migración que recibía de la sierra.

Efraín los atendía con paciencia y preocupación, se identificó con un problema que la frágil economía de las entidades públicas no estaba en condiciones de resolver.

Han pasado muchos años desde ese día de fiesta en el diario, en la casa de Banchero, la ciudad creció, los asentamientos humanos desbordaron el Arunta y el Intiorko, el presupuesto estatal se multiplicó varias veces, pero sigue siendo insuficiente para atender todas las necesidades.

El Cholo se nos adelantó hace algunos años en el camino inevitable, como varios otros compañeros de ese periódico y aun retumba en mis oídos esa melodía, sin guitarra, sin cajón, solo con la voz valiente y serena de un periodista forjado entre linotipos y máquinas de escribir que quedaron para exhibirse en los museos.

Comenzó como ayudante en el laboratorio de fotomecánica y se convirtió en símbolo del compromiso de los periodistas con los más pobres.

Te debía esta nota Efraín, por esa amistad que hoy recuerdo con nostalgia y la suerte de haberte conocido.

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