El Diario La Industria conserva valiosos artículos de numerosos y destacados periodistas como su director Carlos Manuel Porras, quien el 10 de agosto de 1991 publicó en su sección “Remembranzas”, dos pasajes de la vida de un hijo de Don Víctor Larco Herrera.
ERA TODO UN LUCHADOR
Por Carlos Manuel Porras
Muchos trujillanos viejos recordamos a un corajudo mozo que armado de un fusil de su propiedad, aupado en los techos de trujillanas casas, desde ahí disparaba contra los aviones que mandaba el gobierno a bombardear nuestra ciudad, alzada en armas en julio de 1932.
Ese muchacho con los ímpetus de la juventud y los de su raza peruana se atrevió a enfrentarse al poder. Por supuesto que este oligarca “cazador” no trajo abajo ningún avión. Pero quedó constancia de la rebeldía y también de la protesta de la ciudad asediada.
Este joven se llamó Víctor Humberto Larco Vásquez, hijo del filántropo trujillano Don Víctor Larco Herrera. Por supuesto, tan pronto como las fuerzas del orden ocuparon Trujillo, no faltó quien delatara su actitud y dichas fuerzas decretaran su prisión para que compareciera ante la Corte Marcial y estuvo en peligro de que fuera condenado a muerte.
Dicha pena se salvó gracias a poderosas influencias puestas en práctica desde el mismo gobierno. No faltan amigos, además no había muerto a nadie.
Pasan muchos años, quizás más de 30; otra dictadura da la tristemente famosa ley de Reforma Agraria. Todo el mundo tembló: las tierras, eran arrebatadas a sus dueños para que los campesinos “no comieran más de su pobreza”, y vino la gran pachamanca.
Asimismo, hubo protestas que tildaríamos de líricas, pues cedieron mansamente y se dejaron quitar sus tierras los dueños de fundos y haciendas.
Haciendo honor a Trujillo, uno solo salió al frente; el modesto propietario de un fundo en el valle de CHICAMA, quien aseguró que la fuerza pública que intentara posesionarse de sus tierras, se mediría con él a balazos, exponiendo la vida en defensa de su propiedad.
Efectivamente, puso en las vías de acceso a su fundo “El garbanzal”, camiones atravesados en el camino, con él unos cuantos hombres armados, dispuestos a matar a quienes quisieran ingresar.
Frente a tal amenaza, ninguna autoridad ni fuerza pública osó penetrar en el fundo “El garbanzal” cuyo propietario Víctor Humberto Larco Vásquez, recientemente ha fallecido ante la justificada pena de sus familiares y de sus amigos, entre quienes se encuentra el suscrito.
Hago mención a estos hechos que a cada uno en lo particular, suscitaron la admiración de quienes le conocían como seguro actor no de una balandronada, y si de una hombrada, como las que es fama se produjeron en años idos en este Trujillo, que es la tierra bella, generosa, altiva y heroica.
Víctor Humberto Larco falleció a los 89 años, lo unió clara cordialidad con muchos coetáneos; lo recuerdo como un compañero de colegio en el Instituto Moderno de los Hermanos Uceda, más tarde como correcto conciudadano.
Con muchas cosas no estuvo de acuerdo, de ahí su lucha. Evidentemente fue un luchador. Ya lo hemos visto en las dos oportunidades que he relatado por cierto muy a la ligera.
Ahora paz en su tumba.