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lunes, marzo 10, 2025

EL CALIFA, NICOLÁS DE PIÉROLA

 

José Nicolás Baltazar Fernández de Piérola y Villena, más conocido como “El Califa” Nicolás de Piérola, nació en Arequipa el 5 de enero de 1839 y falleció en Lima el 23 de junio de 1913, su vida estuvo marcada por un intenso activismo político y conflictos bélicos.

Le decían “El califa”  por su habilidad para integrar diferentes culturas y estilos en su trabajo, un puente entre tradiciones, haciendo que su figura se percibiera casi mística, extravagante, sin ocultar su amor por los lujos.

De una familia de ascendencia aristocrática mostró interés por la política y la economía, áreas en las que posteriormente destacó. Su carrera comenzó a tomar forma durante la presidencia de José Balta, quien lo nombró ministro de Hacienda y Comercio entre 1869 y 1871. Fue clave en la firma del Contrato Dreyfus, que otorgó a una empresa francesa el monopolio de la exportación de guano, un recurso vital para la economía peruana en ese momento.

A partir de 1874, Piérola se convirtió en un opositor activo de los gobiernos de Manuel Pardo y Mariano Ignacio Prado. Sus intentos de derrocar a estos presidentes fueron repetidos y, aunque algunas de sus acciones fueron militarmente contundentes, no lograron el éxito esperado. Uno de los episodios más destacados de este período es su enfrentamiento con la marina británica en el combate de Pacocha, donde demostró valentía y determinación, aunque finalmente su falta de éxito en el ámbito político lo llevó al exilio en Bolivia y Chile.

El contexto de inestabilidad política y la creciente desconfianza hacia los gobiernos le dieron a Piérola una imagen de caudillo, figura que resultó atractiva para muchos sectores de la población que ansiaban un cambio en la dirección del país.

La guerra con Chile en 1879 marcó un punto crucial en la historia del Perú y en la vida de Piérola. Ante la ausencia de Mariano Ignacio Prado, quien había emprendido viaje a Europa en busca de armas y con el país sumido en una crisis, Piérola dio un golpe de Estado, asumiendo el poder como jefe supremo de la República. Durante su gobierno de facto, una de sus primeras acciones fue organizar la defensa de Lima frente a la inminente ocupación chilena.

Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos por establecer líneas defensivas y movilizar tropas, sufrió derrotas significativas en las batallas de San Juan y Miraflores. La ocupación de Lima por las fuerzas chilenas en enero de 1881 representó un duro golpe para su legitimidad y sus aspiraciones políticas. Ante esta situación adversa, Piérola huyó a la sierra, estableciendo su gobierno en Ayacucho, donde convocó una Asamblea para nombrarse presidente provisorio el 29 de julio de 1881.

Durante su mandato intentó consolidar su gobierno y resucitar la idea de una Confederación Peruano-Boliviana para atacar a Chile desde una nueva posición. Este plan, sin embargo, se enfrentó a la oposición de varios sectores militares y políticos, lo que culminó en su dimisión en noviembre de 1881. Posteriormente, emprendió un largo exilio en Europa, donde reflexionó sobre su trayectoria política y las circunstancias que llevaron a la guerra con Chile.

En 1884, Piérola regresa al escenario político peruano fundando el Partido Demócrata, busca reagrupar fuerzas disidentes y establecer una alternativa política ante el gobierno de Andrés A. Cáceres. Su habilidad para atraer a diferentes sectores políticos le permitió forjar alianzas estratégicas con el Partido Civil. En 1895, tras organizar partidas guerrilleras y liderar una revolución exitosa contra el régimen de Cáceres, logró ocupar Lima, lo que condujo a la renuncia de su predecesor.

Como resultado de este levantamiento, Piérola se eligió nuevamente presidente constitucional y asumió formalmente el cargo. Durante su segundo mandato (1895-1899), implementó reformas significativas en el ámbito económico y político, consolidando un sistema presidencialista que duraría varias décadas.

Durante su administración, promovió políticas que favorecieron la inversión y la modernización de la infraestructura nacional, lo que contribuyó al crecimiento económico del Perú. Aunque su estilo de gobernar fue considerado autoritario, también fue un factor clave en la pacificación y consolidación del sistema político del país durante la llamada República Aristocrática.

Nicolás de Piérola se presenta como una figura polarizadora en la historia peruana. Si bien es reconocido como uno de los presidentes más relevantes del siglo XIX, su legado está marcado por contradicciones y debates. Desde su participación en la guerra con Chile hasta su papel en la Reconstrucción Nacional, su vida refleja las complejidades de un Perú en transformación, lidiando con intereses económicos, poderes militares y una población ansiosa de cambios. La figura de Piérola, apodado «El Califa», perdura como un símbolo de liderazgo en tiempos convulsos.

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