En Tacna, mi tierra querida, está el rio más angosto, el Caplina, tan pequeño que no lo llegas a ver debido a que se esconde debajo de la avenida Bolognesi, cubierto de mayólicas. De niño pasaba de un lado a otro con un pequeño salto, sin ningún esfuerzo.
Cuando conocí el Amazonas, el río más caudaloso del mundo, comprendí que, por ser tan ancho, en muchas partes no logras divisar la otra orillar, es gigantesco. En la temporada baja mide entre un kilómetro y medio y diez kilómetros y en la temporada alta puede llegar a medir cerca de 50 kilómetros de ancho. Cuando desemboca en el Atlántico forma un estuario de 240 kilómetros de ancho.
Editaba una revista sobre los aeropuertos del Perú y cuando me tocó Iquitos, nadie me advirtió lo terriblemente fuerte del calor y antes de bajar del avión sentí la necesidad de quitarme el saco, la chompa, la corbata y no seguí por respeto a los demás pasajeros. La selva es mucho más que el verde de las fotografías, la sientes, la respiras, te abraza y abruma, es el cariño sobrecogedor de la naturaleza.
El río Amazonas mide más de 7 mil kilómetros de largo, desde su nacimiento en las cumbres de Arequipa, atraviesa gran parte del Perú, Colombia y Brasil al otro lado del continente y contrariamente a lo que dicen los libros, es también el más largo del mundo.
Son más de mil ríos que alimentan el gran Amazonas y más de 20 de ellos tienen más de mil kilómetros de longitud, la mayor de sus islas está en la desembocadura y mide más de 50 mil kilómetros cuadrados. Más grande que las regiones de Tacna y Moquegua juntas.
Es la natural vía de comunicación entre los numerosos pueblos y ciudades ubicados en sus orillas y también principal fuente de alimentación, debido a la enorme variedad de especies que viven y se reproducen en sus aguas.
Visitar la selva es conocer el río Amazonas y navegarlo todo el tiempo que sea posible, debido a que nunca cansa contemplar la inmensidad de ese enorme jardín con el que Dios nos ha querido premiar.
Tal vez por la belleza de su paisaje es que su gente es la más amable, querida y querendona de las que se puede encontrar en mi país. El pueblo charapa es cariñoso, acogedor y dueño de un optimismo contagioso y alegre. FOTOS DE LUPE CHAVARRI ARCE