Gracias al periodismo tuve la suerte de conocer grandes personajes como Eduardo Orrego Villacorta, un ex alcalde de Lima que también fue ministro de Transportes y Comunicaciones y que viene a mi memoria seguramente por la inquietud que sentimos al enterarnos de casos como del ex ministro Juan Silva, ahora prófugo de la justicia.
Me niego a aceptar que todos los políticos son corruptos y aunque es cierto que en los últimos años hemos visto multiplicarse los casos de corrupción, también es cierto que no todos los políticos son corruptos, eso no es verdad.
Eduardo Orrego fue uno de los jóvenes discípulos de Fernando Belaunde Terry, alumno de la facultad de arquitectura de la Universidad Nacional de Ingeniería, miembro del Frente Nacional de Juventudes Democráticas que más tarde se convirtió en el partido político Acción Popular.
Seguramente, supongo, estuvo en lo del manguerazo del Jirón de la Unión que ayudó a que el Jurado de Elecciones acepte la inscripción que les estaban negando.
Conocí a Orrego cuando fue elegido alcalde de Lima, luego de ocupar por breve tiempo el cargo de ministro, que dejó para postular y ganar las elecciones municipales para el periodo 1981-1983, las primeras después del golpe de Velasco de 1968.
Fue él mismo quien se acercó a la modesta oficina que tenía en un canal de televisión para pedir publique una nota que tenía que ver con el Jirón de la Unión, que estaba invadido por comerciantes ambulantes.
Me dio la impresión y luego confirmé que se trataba de un caballero, vestido de manera impecable, sin caer en lujos ni ostentación y con modales de persona educada y amable, capaz de dejar a un lado los cargos para centrarse en un propósito que no tenía otro interés que servir a los demás.
Consiguió desalojar a los vendedores y los ubicó donde inicialmente funcionó la feria Polvos Azules, muy cerca al palacio de Pizarro y convirtió al céntrico jirón en la primera calle íntegramente para peatones en el centro de la ciudad.
Jamás hubo denuncia de corrupción en torno a su gestión como ministro ni como alcalde, razón por lo que fue escogido para acompañar como vicepresidente a Mario Vargas Llosa en la fórmula del Fredemo, que perdió las elecciones frente a Fujimori en 1990.
Falleció el 23 de diciembre de 1994 a los 61 años de edad.