El más antiguo de mis recuerdos con Chamy, así le decimos sus amigos, es en la Boca del Rio, en un corral anexo a la casa de playa de su familia, éramos niños y molestábamos a los patos, con la cabeza de una de estas aves que habían sacrificado esa mañana, hasta que nos sacaron para que nos vayamos a jugar a otra parte.
Al comenzar la dictadura de Velasco estuvo corto tiempo al frente de “La Voz de Tacna”, el diario decano de la ciudad, de su padre Oscar Eduardo, otro gran periodista, para trasladarse luego nuevamente a Lima y entrar a trabajar en el Diario “El Comercio”, donde desarrolló una brillante carrera que lo llevó hasta la subdirección del decano nacional.
Dedicó gran parte de su vida, 34 años, a un medio de comunicación que convoca siempre a brillantes periodistas y hacen carrera únicamente aquellos que demuestran un alto sentido de responsabilidad, liderazgo, seriedad y disciplina.
Tacna ha aportado numerosos y muy buenos periodistas al país, pero sin ninguna duda los méritos profesionales de Chamy lo colocan en lo más alto de nuestra clasificación.
Retirado del ajetreo inagotable de lidiar con las noticias, las fotografías, los errores de redacción y búsqueda del mejor titular, Chamy disfruta de paseos y merecidas excursiones por distintos países y bellos atractivos nacionales.
La docencia no siempre recompensa el esfuerzo de quienes se dedican a la enseñanza, pero ojalá tuviesen los estudiantes de periodismo la oportunidad de escuchar directamente de él las lecciones que primero deben conocer y que tienen que ver con la ética, con aquello que se puede y no se puede hacer en periodismo.
Me acostumbré a decir entre mis amigos que también era amigo de Chamy Carbajal y siempre pronuncio su nombre con el orgullo que todos los tacneños debemos sentir de ser paisanos de un periodista ejemplar.