Si le dan el voto de confianza va a estar mal, será avalar la presencia de personajes impresentables, lejanos a la transparencia democrática, ocupando cargos de ministros. Pero, no dar el voto de confianza será peor, el congreso se habrá puesto la soga al cuello para que el verdugo baje la palanca y los disuelva cuando tenga todo listo para la asamblea constituyente.
Mirtha Vásquez luchará voto a voto por la confianza, sin ninguna duda. Ella querrá seguir siendo la presidenta del consejo de ministros todo el tiempo que sea posible.
Más que por su belleza Cleopatra brilló por su conversación y su inteligencia, según Plutarco y Mirtha, nadie lo duda, navega por los mares del poder haciendo alarde de buenos modales y expresiones ponderadas y juiciosas.
El dilema no es para ella, es de los congresistas que podrán decir lo que quieran de ministros como Barranzuela y Gallardo pero a la hora de votar será mejor que crucen los dedos, salvo que voten en contra conscientes que apuran por la disolución del congreso, como será el caso de los de Perú Libre, de la mancha de Vladimir Cerrón.
Los fujimoristas perdieron la brújula hace mucho tiempo, antes de perder las elecciones y también votarán en contra, debido a que encargan al hígado funciones que corresponden al cerebro.
Los de Renovación Popular transitan por la plaza Bolívar con un termostato que puede estar recalentado, por el entusiasmo que le están poniendo a las elecciones regionales y municipales que se avecinan y en las que quisieran desmarcarse de sus aliados naturales.
Los seguidores de Hernando de Soto, que no se cansa de coquetear con el poder como adolescente tierna, seguramente votarán por el sí, esconden su decisión con la sonrisa sensual que disimula una carcajada.
Acción Popular, después de todo, tuvo la habilidad de hacerse de la presidencia del congreso gracias al temperamento andrógino de su bancada y buscará conservar el statu quo.
Alianza para el Progreso es un sí apurado, aparentemente desinteresado pero frágil y voluble, expuesto a giros violentos motivados por los vientos fuertes que sacuden al caballito de totora cuando se aleja de la orilla.
Las otras bancadas, las más chicas, no tienen otro camino que apoyar a Mirtha por temor a ser castigados más adelante con el látigo de su desprecio.