Dejemos de lado la confrontación entre peruanos, debemos poner fin a esta guerra interna, la que mantiene enfrentados a los partidos políticos, dijo uno de los flamantes ministros, recién juramentado.
Las invocaciones con sabor a suplica dirigidas principalmente al congreso de la república resultan tardías, inoportunas, extemporáneas y cínicas debido a que simultáneamente miembros del mismo gabinete, comenzando por quien lo preside, insisten en convocar una asamblea constituyente, cuando hay un procedimiento en la misma constitución para modificarla o cambiarla totalmente.
Es como tener un bombero que en lugar de lanzar agua al fuego tiene una manguera que dispara gasolina. Asamblea constituyente significa el fin del congreso de la república tal como lo conocemos, es su reemplazo, es un organismo que forma parte de la estrategia diseñada por el Foro de Sao Paulo.
Por el Perú participan en ese foro representantes del Partido Comunista, Juntos por el Perú, Perú Libre, Partido Comunista Patria Roja, Tierra y Libertad, Partido Nacionalista Peruano, Partido Socialista del Perú, Partido del Pueblo, Partido Humanista Peruano y Partido Pueblo Unido.
Las asambleas constituyentes son de naturaleza totalitaria, no aceptan ningún contrapeso y se eligen en base a reglas de juego no democráticas al separar gran parte de su representación a grupos étnicos, culturales, científicos o sociales (como mejor les convenga) que aplastan de un plumazo la esencia de la democracia, un ciudadano un voto.
Lo que algunos miembros del gobierno pretenden es saltar a la garrocha el proceso democrático, con acciones violentas que determinarían “el momento constituyente”.
No pueden pedir al congreso que no cumpla su rol fiscalizador, que para eso existe, así funcionan las democracias en todo el mundo, ni pueden reclamar a la prensa que no denuncie los actos de corrupción en las más altas esferas del gobierno, las celebraciones de cumpleaños familiares con dineros de orígenes no transparentes, nombramiento de funcionarios incompetentes, monopolio político de cargos públicos, intrusión en las estructuras jerárquicas de los institutos armados y policía nacional, atropello a normas y reglamentos que regulan la educación, el transporte, concursos y licitaciones.
Es como decirle al congreso y a la prensa estoy ocupado, no moleste compadrito, llevemos la fiesta en paz, déjeme robar, no haga roche.