César Ortiz Anderson, presidente de Aprosec, gusta de usar dichos en sus comentarios, que hacen más fácil y comprensibles sus siempre bienvenidas recomendaciones sobre temas de seguridad ciudadana y leyendo uno de sus artículos encuentro este que se refiere al medio pelo.
El uso del sombrero en la ciudad, fue una moda que duró hasta principios del siglo XX y eran los caballeros más distinguidos quienes lucían los mejores modelos, confeccionados con materiales que a la vez de resistentes competían en calidad.
Fueron tiempos en los que, más que ahora, mucho tenía que ver la forma de vestir y la apariencia, con el trato que recibían de las demás personas.
Los abrigos de pieles de nativos americanos adquirieron otro valor cuando se comenzaron a usar para fabricar sobreros, pero los de piel de castor eran los mejor considerados y estuvieron de moda en Europa hasta 1850.
Para hacer el fieltro (textil no tejido) de la piel del roedor, esta era sometida a un tratamiento que comprendía ser hervida varias veces hasta lograr que se encoja y engrose. Una vez conseguido el fieltro se procedía al cepillado y les daban el molde escogido entre una gran variedad de modelos.
Había distintos tipos de fieltro, de acuerdo al tamaño del pelo. El llamado de pelo centro, mucho más caro y de mejor calidad, y el de medio pelo, más barato y simple.
Ese es el origen del dicho que hasta hoy se usa para referirse a alguien o algo que es de mala calidad, de poca importancia o a quien quiere aparentar algo que realmente no es.
Hay circos de medio pelo, restaurantes y chifas de medio pelo, alcaldes y congresistas de medio pelo y mejor dejo el asunto ahí, para no caer en el recurso fácil y barato de columnistas de medio pelo.