Un término que aparenta ser propio de los hombres de leyes poco a poco se fue incorporando al lenguaje común de los profanos, cuando sentados alrededor de una fuente de ceviche o lomo saltado alguien dice que deben darle curso al expediente, es decir, pueden comenzar a servirse, a comer.
Los fiscales y jueces son los que a veces “amarran” los tramites y los juicios pueden quedar congelados durante años, por razones que ellos mismos tendrían que explicar, de modo que cuando por ahí alguien reclama seguramente dirá no quiere darle curso al expediente.
Y de los pasillos judiciales y restaurantes saltó a otros escenarios cuando perdidamente enamorado el joven no se atreve a dar el siguiente paso y los amigos lo animan a que de curso al expediente.
Con sus respectivos vasos de licor en la mano los amigos se preparan para celebrar la victoria, la próxima boda y uno de ellos apura el brindis reclamando que deben darle curso al expediente, deben decir salud.
Con los dichos generalmente se trata de figuras retóricas de un lenguaje metafórico, cuando las palabras tienen un significado parecido, pero no el mismo que le asigna la Real Academia de la Lengua. Es un recurso estético diría Aristóteles