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sábado, noviembre 23, 2024

CUAJONE

Frank Archibald, presidente de la Southern Peru Copper Corporation, era un gringo muy amable, alto, de cabellos más blancos que rubios, una suerte de versión honesta de Kuczynski, me recibió en su residencia de Villa Cuajone, una mansión construida en la punta de un cerro, en un mirador natural, un balcón con vista espectacular sobre el valle de Torata y frente al impresionante Cerro Baúl, símbolo de la región.

 

Es una demostración de las bondades de la arquitectura norteamericana, con extensos jardines, amplia playa de estacionamiento, grandes y ventilados salones, estructuras geométricas y colores dispuestos inteligentemente hacen juego con el paisaje. un modelo del estilo de vida del sueño americano en Moquegua.

 

Algunos años atrás la revolución de Fidel Castro puso en guardia a Estados Unidos y decidieron poner en práctica la ley del senador Bourke B. Hickenlooper, con la enmienda que lleva su nombre.

 

En pocas palabras significa bloquear ayuda económica y humanitaria y vetar préstamos en organismos internacionales cuando se “haya nacionalizado, expropiado o tomado una propiedad de un ciudadano de los Estados Unidos, o controlado por él mismo, por una corporación o sociedad en la que no menos del 50% esté en manos de nacionales de los Estados Unidos”.

 

Es decir, cuando el gobierno militar estaba de ida, los gringos ya estaban de regreso y Archibald dominaba estas casillas en el tablero de las relaciones internacionales.

El gringo firmó el contrato para explotar Cuajone el 20 de diciembre de 1969 con los generales que expropiaron la IPC y usaron Cuajone para demostrar a Estados Unidos y al mundo que no se trataba de una bronca con los gringos, solo con los de la IPC.

 

Así Archibald explicaba cómo logró romper el bloqueo impuesto por Nixon a nuestro país, que ordenó retener la ayuda económica al Perú de parte de los Estados Unidos y vetó la concesión de préstamos de organismos internacionales.

 

Sin embargo el gobierno peruano prosiguió con un plan de expropiaciones que generó la crisis de la minería y a mediados de los 70, algunos engendros como Hierro Perú o Centromín Perú causaban enormes forados a la economía. De un total de 55 empresas mineras grandes y medianas, la mayoría tenía balances negativos, dos de cada tres empresas daban pérdidas.

 

Cuajone estuvo llamado a inyectar dólares a la economía peruana, con los que podíamos seguir comprando trigo, maíz, soya, leche, carnes, medicinas, vehículos y todo aquello que seguimos importando, comenzando por la gasolina.

 

Desde Villa Cuajone comencé a mirar la salida de un régimen que demoró unos años más en darse cuenta que la solución está siempre en el voto popular, en el respeto a los principios democráticos, en el ejercicio de la libertad.

 

 

 

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