Tres jóvenes desgreñados, sucios, sedientos, hambrientos, somnolientos y malolientes rodearon mi escritorio para contarme que venían de Arica y cruzaron la frontera caminando por el desierto, esquivando las minas que abundaban en esos parajes. Escapaban de la dictadura.
El día anterior había ocurrido el golpe militar de Augusto Pinochet contra Salvador Allende en Chile y los seguidores del único comunista que llegó a la presidencia mediante el voto huían de las duras represalias.
Dos semanas antes del golpe, Augusto Pinochet había sido designado por Allende comandante en jefe del Ejército y fue el nuevo jefe militar quien dio la orden de bombardear La Moneda, donde se atrincheró el menudo líder socialista, con casco de guerra y fusil.
Fue un suicidio. Los buques de la armada habían bombardeado Valparaíso y jamás se le ocurrió que aviones de guerra lanzarían bombas contra la casa de gobierno.
Chile vivía en esos días un proceso hiperinflacionario como el que conocemos hoy en Venezuela y como ocurre en todos los países que gastan de manera irresponsable.
Cuando se produce un desequilibrio en el manejo del dinero público, cuando lo que gasta el gobierno es más que lo que recauda en impuestos, entonces recurren a la maquinita, a la fábrica de billetes y el dinero comienza a perder su valor.
Cuando sucedió este fenómeno con un billete de 100 soles podía llevar vida de millonario en Arica. Convertido en grandes fajos de moneda chilena, pasaba un divertido fin de semana, compraba unas pocas cosas, aquellas que escapaban a la terrible de represión contra delitos de especulación y acaparamiento, como años después vivimos en el Perú y años futuros nos podrían estar aguardando.
Dije a los caminantes que intentaran pasar desapercibidos, que en el Perú tampoco serían bien vistos y de hecho con la nota que envié a Lima y dio la vuelta al mundo, sin querer encendí los reflectores sobre la frontera y pocos, algunas decenas, pudieron repetir la fuga que ahora intentan compatriotas que abandonan Chile luego de perder sus empleos por culpa de la peste china.