Nunca más polarizado el país que en estos días, con un sector de la población empujado a reclamar una asamblea constituyente y otro sector que reclama a gritos declarar la vacancia presidencial.
En el primer caso es el propio presidente Pedro Castillo, sus ministros y congresistas los que se mueven frenéticamente en ese camino, apoyados por activistas bolivianos seguidores de Evo Morales y se sospecha también de emisarios cubanos y venezolanos.
Recogen firmas en planillones que la ONPE facilitó para convocar a un referéndum y sea el pueblo mediante votación el que decida si llaman o no a una Asamblea Constituyente.
Eso es algo no contemplado en la ley. La propia constitución señala que los cambios en la constitución deben hacerse a través del congreso de la república.
Dos proyectos de ley presentados por Perú Libre en el Congreso no prosperan pues la mayoría está en contra de la asamblea constituyente. Los comunistas no respetan la democracia y recurren a la violencia.
Entonces permiten asonadas como las ocurridas en Ayacucho contra las mineras Apumayo y Ares, en Apurímac contra Las Bambas, en Ancash contra Antamina, en Piura contra agroindustrial Caña Brava y en la selva contra estaciones de bombeo del oleoducto.
Los promotores de estos desmanes gozan de impunidad y todo este clima es generado deliberadamente para propiciar lo que llaman el “momento constituyente”.
Al otro lado saben que no cuentan con 87 votos para declarar la vacancia presidencial y no se animan a cambiar la constitución para bajar la valla aprobando el cambio en dos legislaturas.
El entrampamiento nos lleva a terminar el año con la misma incertidumbre que comenzó, pero con el agravante que se anticipa un 2022 sin inversión privada y muchas posibilidades que la inflación se dispare a niveles como los de Argentina, para saltar rápidamente a la hiperinflación venezolana.
Mientras tanto el congreso debería apurar también los cambios en la ONPE, Reniec y Jurado Nacional de Elecciones, para que no repitan en las elecciones regionales del próximo año, los mismos vicios no investigados que facilitaron la proclamación de Castillo.