Volar un cometa es una experiencia emocionante, especialmente para los niños que al sostener el cordón atado al juguete le transmite una sensación de poder sobre la naturaleza y una cercanía a la posibilidad de subir por los aires y volar tal vez a otros mundos lejanos.
Pero armar un cometa, para un niño pequeño, puede resultar también toda una complicación, por la torpeza de las manos infantiles que deben procurar sumo cuidado al manipular el delgado papel de colores y la goma con la que deben pegarlos a un esqueleto de finas cañas, muy ligeras, en forma de cruz, capaces de soportar la resistencia que en algún momento le ofrecen al viento.
Los cometas llevan unas colas de trapo que ayudan a dar estabilidad en el cielo y ayudan a conocer la dirección del viento, que en las alturas suele experimentar cambios que pueden ocasionar que escape del cordel y enrumbe a toda velocidad hacia otros destinos.
Con mi primo Yeyo y la ayuda de un empleado de la bodega de los Basili, salimos más de una vez a volar cometas a un descampado que existió en lo que hoy son galerías comerciales a la altura del mercadillo Bolognesi.
Alguno de nosotros debía sostener el cometa con ambos brazos elevados sobre la cabeza, mientras el otro emprendía veloz carrera confiando en coincidir con una corriente de aire que lo eleve y haga volar para después comenzar a soltar la pita a medida que va agarrando altura.
Sostener después esta pita es todo un desafío, para manos pequeñas y con poca fuerza, de niños de cinco o siete años, como mucho, de modo que para eso teníamos cerca al asistente, atento a que no se nos escape uno de estos maravillosos juguetes.
Agosto es el mes de los vientos y de los cometas por lo que las restricciones sanitarias podrían estar afectando la posibilidad que algunos niños disfruten en estos días de la aventura de hacerlos volar.
Los cometas llevan siempre oraciones y sueños infantiles escondidos en los pliegues de colores y se desprenden con el viento para ir hacia un infinito que imaginamos de amor y felicidad. En dos palabras: vuelos infantiles.