El viaje de Tacna a Cuajone demanda más de dos horas, pero menos de tres. Tedioso debido a que a ambos lados de la carretera se observa, generalmente, un arenal triste y aburrido, infinito, 160 kilómetros de arena, con breve interrupción de pequeños y estrechos valles de Sama y Locumba.
Apenas unos pocos respiros para escapar la visión de un desierto inhóspito, un paisaje ganado por el silencio y la soledad, por la falta de agua, por la ausencia de todo, de personas, de animales, de vegetación.
Son kilómetros de kilómetros que separan a dos pueblos por una distancia que puede hacerse interminable, una invitación a la meditación o al sueño. En cambio arriba, en la cordillera, la nueva mina de Cuajone en Moquegua, está unida a Toquepala en Tacna, por el túnel más largo construido en el país. Cerca de 30 kilómetros de cordillera perforada para dar paso al tren que, con mineral concentrado, empalma con el tren de Toquepala a Ilo.
Todo un alarde de ingeniería ferrocarrilera en el que Américo Soto, un nuevo amigo, dio rienda suelta a la experiencia que cultivó en el ferrocarril central.
En Ilo se funden y refinan los concentrados de las dos minas, mientras que en la ciudad de Moquegua se respira la tranquilidad de su bien conservada arquitectura colonial, para el disfrute de quienes gustan valorar el arte de los antiguos constructores.
Portales de piedra labrada por artesanos del cincel, balcones con rejas colocadas para el lucimiento antes que para la seguridad, pesados portones de gruesos maderos traídos seguramente de lugares remotos, para albergar a los habitantes de un valle pacífico y generoso en frutales, especialmente viñedos capaces de abastecer bodegas de los fabricantes de los más finos piscos y vinos.
Una nueva mina, Quellaveco, de dueños distintos a SPCC se preparan en estos días a sumarse a la producción de cobre y contribuir con su riqueza al presupuesto nacional, regional y de miles de trabajadores que de manera directa o indirecta van a convertir a Moquegua en una de las regiones más ricas del país.
Pero Moquegua, igual que Tacna, no podrá salir adelante si persiste la corrupción pública y privada, justicia impredecible, escasa inversión privada, minifundio, ausencia de desarrollo industrial, científico y tecnológico.