En los años 80, en los inicios de ATV, llegó para reemplazar a Ricardo Palma Michelsen y no había pasado mucho tiempo cuando nos pidió a un grupo subir a su auto y nos llevó a una farmacia cercana en la que a todos nos pusieron una inyección, dijo que para evitar la gripe.
Había una ola de resfríos que amenazaba producir más bajas en el equipo y estábamos en plena batalla por mantener el primer lugar en la sintonía de programas de noticias de la televisión peruana.
Entendió rápido el proceso de producción de noticieros en televisión, al que tuvo que adaptarse velozmente, sin dudas, debido a que su experiencia laboral era toda en medios impresos.
Encontró un grupo de jóvenes periodistas, algunos recién egresados de la Universidad de Lima, que lograron crear de manera espontánea un vínculo de camaradería y ayuda entre ellos que los catapultó al éxito.
Guillén se dio cuenta y alentó ese espíritu de trabajo colectivo que aprovechó los modernos equipos llamados a generar cambios radicales en el manejo de las noticias, con cámaras, editoras, estudios y hasta vehículos de transporte modernos, lo último que había en el mercado.
Usó los contactos que había cultivado en su paso por diarios y revistas para ofrecer contenidos diferentes y exclusivos que dejaron fuera de juego a la competencia.
Era enamorador, divertido, jovial y al mismo tiempo entendido de la importancia de los temas noticiosos que impactaban en un auditorio, que durante años había estado sometido al monocorde mensaje oficial de una dictadura que había quedado atrás.
Estuve varias veces en su casa, en Salamanca, conocí a su esposa y a sus hijos y entablé amistad con Pipo, muy parecido a él y hasta el momento dedicado a temas de periodismo.
Cuando el dueño de otro canal se lo llevó con ánimo de trasladar ese éxito, no lo consiguió, el equipo permaneció en el 9 y durante varios años la situación del ranking no cambió. Había ayudado a formar un grupo sólido que se mantuvo firme en sus aciertos.
Luego saltó al Canal 7 para presidir su directorio y de allí pasar a Palacio de Gobierno, donde trabajó muy cerca a Alan García y posteriormente a Global Televisión, donde lo acompañé una breve temporada.
Padeció una larga enfermedad que finalmente le ganó y nos dejó hace algunos años. Se fue con los bolsillos vacíos y el corazón, quiero creer, lleno de grandes satisfacciones.