El chorlito es un ave que padece desorientación crónica y suele olvidar donde queda su nido, razón por la que no hace mucho tiempo a las personas distraídas les decían cabeza de chorlito, que es igual a cabeza de alcornoque.
El alcornoque por su lado es un árbol originario de Europa y del norte de África, muy extendido por la explotación de su corteza de la que se obtiene el corcho que se usa para tapar botellas, especialmente de vino.
Los chorlitos exhiben una conducta perjudicial para ellos mismos mientras el corcho hasta puede convertirse en virtud para quienes gustan flotar dentro de la administración pública, sin importar la ideología del gobernante.
En las instituciones, grandes empresas y gobiernos nacionales, regionales o locales, abundan los funcionarios corchos, hábiles por la experiencia que acumulan con los años y su actitud siempre positiva, en favor del que manda.
El lado negativo de la expresión, cabeza de alcornoque, se refiere a cerebros vacíos o con muy poco contenido.
En ambos casos, alcornoques y chorlitos identifican a personas que suelen equivocarse, olvidarse, confundir, desordenar, embrollar o incapacidad de resolver asuntos que suelen ser de fácil solución.
Cabezas de chorlito demoraron y erraron a la hora de comprar las vacunas contra el Covid, embarcaron al país en multimillonarios gastos para una cuestionada refinería de un petróleo que no tenemos y apagaron la luz en el estadio de Alianza Lima.