En un almuerzo familiar en casa de mi hermano Juan Manuel conté a dos nietas de mi tía Blanca Ugarteche, que me ayudó a conseguir trabajo en la ciudad de Trujillo, habiendo fallecido hacía varios años.
La señora María Isabel Cerro Moral viuda de Burga, buscaba un reemplazo para Hugo Coya, que acababa de dejar la dirección del diario La Industria y me invitaron a una entrevista con la posibilidad de ocupar ese puesto, a fines del siglo pasado.
La cita se cumplió en una antigua casona de Miraflores, cerca de un malecón al final de la avenida Pardo y luego de unos breves minutos de conversación me preguntó ¿y qué sabe usted de Trujillo?
En esa ciudad, respondí, existe el Hospital Víctor Lazarte Echegaray de EsSalud, que es el nombre del esposo de mi tía Blanca, hermana de mi padre, todos ellos ya fallecidos.
Isabel se alegró que existiera un vínculo familiar tan estrecho con ese personaje al que rinden permanente homenaje y sin más trámite me dijo que el puesto era mío y que debíamos viajar al día siguiente a Trujillo para hacerme cargo de la dirección de ese diario, por seis meses.
Mi estadía en la ciudad de la eterna primavera duró dos años y tuve oportunidad de visitar el Hospital que conocí de niño cuando me llevaron a saludar al tío Víctor y la familia Lazarte.
En mi juventud, cuando dejé Tacna para trabajar en Lima, viví varios meses con la tía Blanca y el tío Lucho, también hermano de mi padre y gocé de su amable hospitalidad, en una bonita casa en la calle Josué Granda, en Orrantia.
La tía Blanca, como gran parte de la familia, era muy religiosa, tenía pendiente a Dios en todo instante y quienes mejor la conocieron la recuerdan por su gran sentido del humor.
Tres de sus hijos fallecieron Pepe, Juan Luis y Oscar y le sobreviven Blanca, Marita, Charo y Armando.