Frecuentemente los asesinatos eran precedidos de crueles actos de torturas públicas con la finalidad de intimidar a la población local. Cuenta que, cuando los senderistas llegaron a su casa, su padre estaba con su mamá y uno de sus hermanos, ingresaron con pasamontañas y luego subieron a su dormitorio y en forma prepotente lo llevaron maniatado a una tienda que quedaba en la plaza, donde según parece habían sostenido una reunión con las demás autoridades. Después de la reunión primeramente sacaron a Timoteo Checlla, a quién dieron muerte de un disparo en la misma plaza.
En el Centro Poblado San Francisco, distrito de Ayna, provincia de La Mar, departamento de Ayacucho en octubre de 1989, entre 30 y 40 hombres vestidos de militares llegaron en un bote, rodearon el lugar y obligaron a la población a salir de sus casas. Timoteo Checlla era alcalde de dicha localidad.
34 identificaron como militares de Pichari, seleccionaron a las autoridades y después de quitarles sus armamentos, los ataron de las manos y les dijeron: «Nosotros no somos militares, somos del PCP-SL». Luego los pusieron de cúbito ventral y caminaron sobre sus espaldas. Hacia las 6 de la tarde comenzaron a asesinarlos en presencia de sus familiares.
A Ángel Roberto Arenas, Víctor Vásquez y Mario Mendoza les cortaron la lengua y luego el cuello. Mientras que a Georgino Cuba y Eladio Sosa los mataron a disparos. Fue en 1987 que se instaló el Puesto Policial en Umamarca, a insistencia de don Ricardo, quien por su condición de Juez de Paz hizo los trámites en la ciudad de Andahuaylas . Pensaron que los «senderistas» no se atreverían a llegar al pueblo por temor a ser capturados, o si es que lo hacían, serían repelidos por los policías.
Así transcurrieron los meses hasta que el día 19 de marzo de 1987, después de atacar el puesto policial y correr a los «muru allqos» (adjetivo que los «senderistas» emplean para nombrar a los policías como «perros con uniforme multicolor»), los «senderistas», entre varones y mujeres, portando unas linternas, con los rostros cubiertos con pasamontañas, ingresaron a su dormitorio y según refiere la declarante, ese momento don Ricardo, pese a que alguna vez dijo que se defendería, nada pudo hacer, mucho menos pudo coger el machete ni el hacha para darles muerte. Informe CVR.
Enseguida le doblaron las manos para atrás, don Ricardo, con el dolor, gritó fuerte, en esas condiciones lo sacaron al corredor, en donde, en presencia de la declarante, sin explicar los motivos de tal accionar, le dispararon con un arma de fuego, a la altura de su pierna, cayendo herido al suelo desde donde trató de pararse. Mientras que un grupo de senderistas, aún en el interior del dormitorio, a sus menores hijos que temblaban de miedo, los amenazaban con darles muerte si en caso hacían algo.
Sin embargo, la declarante rogaba que no le causaran mayor daño a su esposo e hijos, que lo dejaran así herido a don Ricardo, pero los senderistas no le hicieron caso. En el corredor, al poco rato, a don Ricardo le obligaron a echarse en el suelo, en donde uno de los senderistas mató a don Ricardo cogiendo una pesada piedra, la misma que fue lanzada sobre el cráneo de don Ricardo. INFORME CVR.