Saltó a la escena púbica cuando decidió patrocinar un nuevo diario que vivió mientras vivió su dueño, empresario minero inquieto por conseguir una mirada diferente a las noticias, al país, al periodismo, la minería y a sí mismo.
El diario El Sol fue una publicación de editorial La Gaceta que salió a la luz a principios de 1996 y circuló hasta el 31 de diciembre de 1999. Armó la redacción de su diario con una selección entre los más destacados periodistas de ese momento y con ellos produjo no solo el diario, sino también revistas y libros que puso al alcance del gran público.
Corpulento, conversador, colorado y con un apetito insaciable semejaba una suerte de Goldfinger criollo, sin que eso signifique para nada que anduviera en actos parecidos a los del personaje de la imaginación de Ian Fleming.
El gordo Marsano no necesitaba un diario para llamar la atención y hacer escuchar sus opiniones, vivía pegado a la ley.
Nieto de Tomás Marsano Gutiérrez, se graduó de abogado en la Universidad Católica pero más pudo la sangre y se inclinó por escarbar la tierra en busca de una veta de oro que encontró en el Cerro El Gigante, en Parcoy, provincia de Pataz de la sierra de La Libertad.
Se inspiró por aquello que había advertido Raimondi del cual era admirador y en los años 80 del siglo pasado llegó a convertirse en el cuarto productor de oro del Perú.
Compartió parte de su riqueza con los pobladores de Parcoy, Buldibuyo, Llacuabamba, y Tayabamba, muy cerca de Trujillo.
Su cercanía al presidente Fujimori lo empujó a participar en viajes junto al mandatario y cuando se dirigía apurado para acompañarlo en un vuelo a Chile, se estrelló el auto que lo llevaba al aeropuerto y murió al igual que el conductor, en noviembre de 1999. Tuvo dos hijos, Andrés y Verónica Marsano Conroy.