Su rulo rubio causaba furor entre las adolescentes de los sesenta mientras caminaba, haciéndose el desentendido, con los brazos remangados de la camisa bien planchada y los zapatos relucientes.
Ahora disfruta su tiempo, entre otros entretenimientos, dedicando sus ratos de ocio al razonamiento filosófico que siempre lo acompaña.
Mi tocayo Giglio me sugiere que no publique los apodos de cuando estábamos en el colegio. Ata que mala suerte, piña pues, tendré que mantener eso en reserva.
Beto, como le decimos sus amigos, es de las personas que procura encontrar siempre una explicación racional a todo lo que sucede o no sucede, lo que pasó, está pasando o tendrá que ocurrir irremediablemente.
A diferencia de la mayoría de los mortales le preocupa la forma como se llega a situaciones complicadas y críticas, sin que se haga el menor esfuerzo por evitarlo.
Explica que lo sucedido es consecuencia de hechos que pudieron tomar rumbos distintos, siempre que se hubiese prestado un mínimo de interés individual o colectivo.
De jóvenes universitarios compartimos un departamento con balcón a la Plaza Dos de Mayo, mirando directamente al monumento de la Victoria, similar al del Genio de la Libertad de la Plaza de la Bastilla de París. Muchos años después se incendió y como otros monumentos arquitectónicos sigue tal como quedó con el siniestro, a nadie preocupa, como que nos les interesa el homenaje a los héroes del 2 de Mayo.
Entre otras ocupaciones diversas, para agenciarnos dinero, vendíamos copias mimeografiadas de exámenes resueltos o filmación de películas de matrimonios, cuando todavía no existían los videos.
La solidaridad es una de sus muchas virtudes, de buen cristiano, marista, tacneño que ama a su tierra con alma, vida y corazón y algunas de sus reflexiones plasmó en un libro que durante un tiempo podía adquirirse en el Club Tacna, de la avenida Salaverry.
Beto me acompañó la última vez que estuve en el canal del Estado donde, entre otros logros, coordinó la participación de nuestro país en un certamen latinoamericano de documentales organizado por la televisión del Brasil.
Más adelante me salvó de embarcarme en una aventura editorial, de un diario cristiano, que no pudo caminar por una errada estrategia que supo advertirme a tiempo.
Se graduó de economista en la Universidad Nacional de San Marcos y siguió estudios de postgrado de Marketing y Administración en ESAN. Contrajo matrimonio con Nacha Álvarez, destacada profesional dedicada al comercio internacional. Son padres de tres hijos igualmente brillantes en sus profesiones.
Tiene una amplia experiencia laboral en el Banco de Crédito, Volvo del Perú, J.C. Representaciones, Automotores San Jorge, Servicios Integrales Ventura, Reestructuración & Suceso Interamérica, Innovando Valor S.A. y en NUMAY S.A.