Al alcalde de la ciudad de Trujillo, capital de la región La Libertad, le gusta tanto el pene que hasta le dedica monumentos para hacer público aquello que le quita el sueño de una manera exagerada y es la razón por la que me ocupo de un tema que en otras circunstancias no merecería ningún comentario.
No es el primer alcalde ni político con el mismo gusto, abundan, pero la mayoría prefiere guardar sus gustos de manera discreta, hasta en secreto. Son gustos y aficiones que generalmente permanecen en el ámbito de la vida privada.
Arturo Fernández Bazán anteriormente fue alcalde del distrito de Moche y fue conocido a nivel nacional luego que comenzó a colocar lo que según él son reproducciones de huacos eróticos de gran tamaño, que motivaron la reacción de los sectores más conservadores de la región.
En la religión hinduista se le conoce como Lingam al falo del dios Shivá y es adorado junto con ioni que es la reproducción del órgano sexual femenino. En Tawarayama, Japón, también existe una secta que adora al pene en representaciones de todo tamaño, una en piedra que alcanza 5 metros de altura. En Egipto es la deidad Min y en Bután el monje Drukpa Kunley instauró un rito que tiene por lema “ El mejor vino se encuentra debajo de la cubeta mientras que la felicidad está debajo del ombligo”.
Fernández Bazán, por su parte, parece estar convencido que algo parecido ocurría en su tierra, Moche, con nativos que dejaron numerosos testimonios en artesanías que ahora son la razón de su vida, le quitan el sueño.
El alcalde de Trujillo se empeña en hacer público que le gusta tanto el pene que al paso que va no nos extrañe funde también una suerte de religión con ritos alegres y divertidos.
Introducir la figura agrandada de un pene al palacio municipal de Trujillo, hasta el momento, muestra como el mayor logro de un alcalde que sueña todos los días con el aparato reproductor masculino.