La acusación por traición a la patria contra Pedro Castillo es la que mayor sustento tiene, entre varias otras para apartarlo del cargo, aunque existen personas que no llegan a entender la gravedad de las declaraciones que en calidad de presidente de la república dio para la CNN.
Lo que confesó Castillo no fue una opinión personal aislada que se le ocurrió en el momento, sino la convicción de estar identificado con una idea que abrigan algunos bolivianos encabezados por Evo Morales.
Desde que Bolivia perdió su mar en la guerra con Chile comenzaron a tejer una serie de fórmulas para salir de la condición mediterránea en la que terminaron.
Los reclamos internacionales por supuestos ofrecimientos de generosas ofertas mapochas, se diluyeron con el fallo del Tribunal de La Haya.
Sólo les quedó aferrarse a una tesis cultivada por el comunismo que recurre a profundas raíces precolombinas aymaras que compartimos con Bolivia los pueblos del sur del Perú y norte de Chile.
Runasur es la idea de un foro de partidos políticos de izquierda impulsado por el expresidente boliviano para formar un nuevo bloque regional “como factor de poder, una moneda regional y el restablecimiento de la paz y la armonía a través de un Estado plurinacional”.
El bloque «tiene una definición ideológica, somos antiimperialistas y anticapitalistas por herencia y por vivencia. Entendemos que hay muchos movimientos sociales en todo el mundo y que a veces se habla de la socialdemocracia o hay personas que dicen que no son de izquierda ni de derecha, que son independientes, pero el que se ubica en medio siempre está con el lado opresor», sostiene Evo Morales.
Esta es la tesis que comparte Castillo con Vladimir Cerrón y el castrochavismo y que repiten públicamente en las reuniones que promueven bajo el conjuro del marxismo leninismo.
Runasur, cuyo nombre se forma por la conjunción de la palabra quechua Runa (hombre) y la sigla Unasur, busca salida al mar usando territorios que nunca fueron ni serán bolivianos.
Ahí está la explicación de la insistente presencia de Morales en Lima, apenas comenzó el régimen de Castillo y el empeño por poner una oficina de coordinación en Cusco con la idea de promover desde ahí el movimiento que un grupo de ex cancilleres supo detener a tiempo.
Quienes no entienden la dimensión de la confesión sincera de Castillo a la CNN, deben ser faltos de entendimiento, como decía de manera elegante una tía cuando se refería a algún necio, algún idiota.