Lo que sucede es que Dina le cree todo, a pie juntillas, entonces nunca se dará cuenta de lo que está pasando.
Creerle a alguien a pie juntillas es creerle todo, sin ninguna duda, es confiar al cien por ciento en lo que afirma esa persona.
El origen del dicho es un juego infantil que consistía en que vendaban los ojos de uno de los participantes y le ataban los pies, de modo que para avanzar debía dar saltitos sobre un dibujo y en la dirección que le indicaban. Debía creer en lo que le decían para no salir del dibujo, sin duda alguna, con absoluta confianza.
Los fanáticos de la política creen todo lo que dicen sus líderes, por más descabellada que sea la idea, sabiendo que eso mismo fracasó en el mundo entero siguen creyendo todo lo que les prometen, que cambiarán todo para el bien del país, creen todo a pie juntillas.
También sucede en más de una iglesia con demandas económicas a sus fieles, creyentes, siguen aquello que les dicen y prometen y hacen caso a las indicaciones a pie juntillas.
Los niños en las escuelas, los soldados en el cuartel y los músicos en la orquesta, deben seguir las indicaciones a pie juntillas para evitar desagradables consecuencias.