Es todo lo contrario a eludir, evadir, ignorar, quitar el cuerpo, hacerse el desentendido, mirar a otro lado, escabullirse, huir, desaparecer.
A lo hecho pecho es la manera correcta y valiente de afrontar situaciones cuando cometemos un error y debes aceptarlo. Es encarar con honestidad, nobleza y decencia las consecuencias de esa mala acción, por muy calamitosa que fuere.
Las lamentaciones están demás, las quejas, clamores, llantos y suspiros no arreglarán absolutamente nada, cuando sabemos que corresponde reaccionar de manera correcta, justa y cabal.
Los errores suelen traer consecuencias no deseadas, se trata de imprevistos y si queremos corregirlos debemos comenzar por remediar el daño causado o que podría causar ese error a terceros.
A lo hecho pecho es la manera audaz, atrevida y digna, pero a la vez recatada, íntegra y decorosa de afrontar con la valor las consecuencias de nuestros actos.
Negar, evadir y escapar de la situación, como cuando el avestruz esconde su cabeza ante el peligro o el perro gime y emite un gañido de temor semeja más la conducta del delincuente, del bribón que quiere burlar la ley, del corrupto que quiere salirse con la suya.
A lo hecho pecho es una actitud de valientes y honestos que no necesitan de ejércitos de abogados para “marear la perdiz”.