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domingo, marzo 9, 2025

EL BRUJO DE LOS ANDES

 

Andrés Avelino Cáceres Dorregaray,»El Brujo de los Andes», recibió este apodo debido a su habilidad estratégica y liderazgo durante la Guerra del Pacífico, notable figura peruana del siglo XIX.

Nació el 10 de noviembre de 1836 en Ayacucho, su vida estuvo marcada por el esfuerzo, la lucha y el sacrificio. Fue dos veces presidente del Perú y héroe en numerosas batallas por eso es el patrono del Arma de Infantería del Ejército.

Sus padres, Domingo Cáceres Oré y Juana Dorregaray Cueva, le inculcaron el amor a la patria razón por la que se inclinó por la carrera militar bajo la tutela del general Fermín del Castillo quien comenzaba una  revolución  contra el gobierno del presidente José Rufino Echenique, en 1854,  lo que expuso a Cáceres a los tumultuosos acontecimientos políticos que marcarían su juventud.

En la guerra con Chile luchó en las batallas de San Francisco, Tarapacá, Tacna, San Juan y Miraflores, luego se convirtió en líder de la resistencia en la sierra, durante la Campaña de la Breña, entre 1881 y 1883.  En este periodo, logró unir a diversos sectores de la población, especialmente a la comunidad indígena, aprovechando su dominio del quechua, para movilizar un ejército regular. A su lado falleció Justo Prado Tafur, hijo mayor de Mariano Ignacio Prado.

Allí nace el apodo con el que pasó a la historia, “El brujo de los Andes” o “Taita Cáceres” por su habilidad para evadir las maniobras de los generales chilenos. Podía operar en distintos frentes de batalla de manera casi simultánea.

Entre 1886 y 1890, asumió la presidencia, para emprender las tareas de la reconstrucción, haciendo frente a graves desafíos económicos. Implementó una serie de reformas económicas, entre ellas la eliminación del billete fiscal, que había perdido gran parte de su valor, y la creación de nuevos impuestos.

Trató de descentralizar la recaudación fiscal, para que se pague impuestos en todas las regiones, reto que persiste hasta nuestros días. La firma del contrato Grace se convirtió en uno de sus actos más criticado debido a que, como pago, entregó los ferrocarriles a los acreedores para saldar la enorme deuda externa, decisión que generó descontento entre algunos sectores de la sociedad. Al concluir su primer periodo presidencial, Cáceres entregó el poder al coronel Remigio Morales Bermúdez.

Tras la muerte de Morales Bermúdez, Cáceres regresó a la presidencia en 1894 en un clima de polarización política. Las elecciones que lo llevaron nuevamente al poder fueron objeto de críticas y cuestionamientos de la Coalición Nacional, liderada por Nicolás de Piérola, que abiertamente enfrentaba al gobierno de Cáceres.

A medida que aumentaba la tensión entre las facciones políticas, el país se vio inmerso en una sangrienta guerra civil que culminó con el asalto de las fuerzas coaligadas a Lima. Ante la creciente crisis, Cáceres tomó la difícil decisión de renunciar a la presidencia en 1895 y se exilió, con lo que marcó el fin de su segundo mandato.

Cáceres dejó una huella indeleble como un militar que se destacaba en el campo de batalla y un político pragmático que buscaba modernizar su país, su influencia se siente aún hoy. Su contribución a la defensa nacional durante la guerra del Pacífico y en la reconstrucción nacional son ejemplos y marcaron la pauta para gobiernos posteriores.

La capacidad de Cáceres para unir a diferentes sectores de la sociedad y su comprensión de la realidad peruana, a pesar de los fracasos y los momentos de controversia, muestran un compromiso profundo con su nación. A lo largo de su vida, enfrentó adversidades tanto en el campo de batalla como en la política, pero siempre se mantuvo firme en su convicción de servir a su país.

La figura de «Taita Cáceres» se mantiene viva, simbolizando no sólo la resistencia y heroísmo, sino también la eterna búsqueda de un futuro mejor para su patria. En la actualidad, su legado sigue inspirando a nuevas generaciones a valorar la historia y a luchar por los ideales de justicia y bienestar social. Andrés Avelino Cáceres se erige como un verdadero héroe nacional, cuyo impacto trasciende su tiempo.

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