Antes de saborear un rico ceviche le dije a Santiago que lo veía muy bien.
- La procesión va por dentro, respondió.
Es un dicho que se usa para confirmar que las apariencias pueden engañar, a veces muestran una realidad maquillada, escondida para no importunar a las demás personas. En el fondo padecen un mal crónico que está acabando con su vida.
Aplican el dicho a personas que están pasando por una situación muy difícil, pero hacen de todo para esconder su sufrimiento.
El origen es religioso, obvio, debido a que describe un acto que suele ser solemne, imponente aunque se trate de manifestaciones para conmemorar, por ejemplo, la muerte de Cristo.