Significa seguir los acontecimientos sin involucrarse en ellos, mirar de cerca lo que está ocurriendo, sin participar.
Es un dicho que quiere decir que es muy fácil juzgar situaciones difíciles de los demás, sin peligro alguno.
Es muy fácil analizar, opinar y hasta criticar situaciones o asuntos difíciles y complicados de las demás personas, como hacen los espectadores en las corridas de toros, sin exponerse a nada.
A la Edad de Bronce se remonta el origen de las corridas de toros que las conocemos en su versión moderna desde el siglo XII, primero en España y luego en Portugal y Francia, posteriormente en todo Sudamérica.
El dicho, en el fondo, es un consejo para ver de lejos los asuntos que acarrean problemas.