TODOS LOS SANTOS
Soy de una generación que se salvó de usar gomina, había pasado de moda, tampoco usamos televisión, tenía poco tiempo de inventada, todavía no llegaba a Tacna y no supimos del Halloween, que puede remontarse hasta mucho antes del cristianismo, aunque reservada a los países nórdicos.
Tuve la suerte de disfrutar de juegos grupales, todos los días a veces con pelota, otras veces a policías y ladrones y todos queríamos ser policías, a veces con las niñas, con trompos o bolitas, bata, canga o a saltar el cordel.
¡INMÓVIL! Gritaba alguien y todos quedábamos quietos, como estatuas y el que se movía salía del juego.
Las escondidas servían para que se vayan formando complicidades entre niños y niñas, romances de tímidas miradas.
Era suficiente informar que estaría en los jardines de las 200 casas entre las letras A y B ó C Y D ó en el jardín grande, en el avión, un nudo de enormes eucaliptos que trepábamos para desde allí bombardear al enemigo con pirulos.
– Permiso, voy a jugar con mis amigos
– ¿Dónde? ¿dónde vas a estar?
– Por el chirimoyo, jugando bolitas.
Las brujas y monstruos correspondían al atardecer, cuando cansados nos reuníamos en grupo y alguno de los mayores contaba una de esas historias de muertos que resucitan, diablos que aparecen en la noche o enanos asesinos. Annona cherimola es el nombre de la chirimoya que alguna vez tuvo ese árbol al costado del block B.
Con los naipes jugábamos al 7 ½ o golpeado y otros pasatiempos de salón eran ludo y monopolio.
El intercambio de revistas, comics, de Batman, Superman, Roy Rogers, El Llanero Solitario, Archie, Toby y La Pequeña Lulú eran un excelente entrenamiento para mejorar la lectura. Nos abrieron las puertas a la literatura universal.
La radionovela de Tarzán nos reunía en casa de los González, con enormes parlantes instalados gracias a las habilidades del papá de Hernán y Fernando y bizcochos con mantequilla que preparaba la mamá.
El día de la canción criolla es algo que inventaron en Lima y en ese tiempo estaba reservada para las peñas de la capital. Lo de Todos Santos, en cambio, significaba ir al cementerio a visitar a nuestros difuntos y el anzuelo eran las ramadas que se armaban a la entrada donde podíamos compartir anticuchos o picarones.
Seguramente fue la televisión la que promovió esto del Haloween y también de la canción criolla, lo del cementerio estuvo mucho antes, el 1 de noviembre la Iglesia celebra una fiesta por todos los difuntos que, habiendo superado el purgatorio, se han santificado totalmente, han obtenido la visión beatífica y gozan de la vida eterna en la presencia de Dios. Por eso es el día de “todos los santos”.