Es un dicho que mencionó mi amigo Mario Rospigliosi, de Radio El Puerto de Ilo a propósito de un político que con su mala gestión causó mucho daño a los peruanos.
Es un viejo dicho que en nuestra religión reconoce la existencia del demonio, a quien le atribuye cualidad de gran negociante y que a cambio de favores diabólicos compra el alma de algunas personas.
A gente que de pronto consigue éxitos extraordinarios en sus actividades personales les atribuyen haber hecho un pacto con el diablo. Sin embargo, el mismo dicho advierte que al final terminará calcinado en el infierno.
El origen tiene que ver con ritos paganos con dioses precristianos.