Insinúa una aventura prohibida de personas adultas mayores, una diversión que linda con el pecado, una correría, un jolgorio, una juerga una parranda.
El dicho tiene un origen bobo, como si el hecho de arrancarse una cana y echarla al aire de motivo para pensar que así va a lucir más joven.
El problema es que implica mucho más que un asunto divertido para incurrir en infidelidad, en engaño, en una traición.
Echarse una cana al aire contiene una fuerte dosis de machismo y es por eso, tal vez, que resulta entre los dichos menos aplaudidos.