Hace ya varios años y gobiernos, luego de una desagradable experiencia que tuve a las pocas semanas de entrar a trabajar al Congreso de la República, me encontré con Pepe Elice que luego fue Oficial Mayor, hermano de Amelita, una antigua amiga y compañera de trabajo y le conté lo que había sucedido. A l toro por las astas, me respondió. Y le hice caso, renuncié ese mismo día.
Al toro por las astas significa afrontar los problemas de frente, sin cortapisas, sin medias tintas. Se trata de tomar decisiones de manera inmediata, sin dilaciones, sin dudas ni murmuraciones, diría un militar.
Es también una manera de decir que las personas debemos cumplir con nuestras obligaciones, con nuestras responsabilidades, con la palabra empeñada, no dejar que los problemas se dilaten, se relativicen.
“Mitra, dios solar de Persia, de la justicia, la guerra y los tratos encontró al toro primordial —en cuyo cuerpo estaban todos los gérmenes de la vida— cuando pastaba en las montañas. Lo agarró por los cuernos y lo montó, pero, en su galope salvaje, la bestia lo hizo desmontar. Sin embargo, Mitra siguió aferrado a sus cuernos y el toro lo arrastró durante mucho tiempo, hasta que el animal quedó exhausto. El dios lo agarró entonces por sus patas traseras y lo cargó sobre sus hombros. Lo llevó, vivo, soportando muchos padecimientos, hasta su cueva… Dentro de ella, lo sacrificó e hizo posible la creación, pues del cuerpo del inerte animal surgieron todas las especies vegetales y de su sangre, el vino”.