Un dicho es una palabra o conjunto de palabras que usamos para expresar oralmente un concepto cabal. Generalmente son metáforas, un lenguaje figurado, una manera no convencional de usar las palabras con el propósito primero estético de adornar la conversación y también otorgarle mayor significado a lo que pretendemos expresar.
Mientras los refranes son oraciones que buscan dejar enseñanzas y aprendizajes que las personas pueden seguir en ciertas situaciones de su vida. A diferencia del dicho, tiene una intención moral, didáctica y filosófica, da un consejo o pretende una moraleja.
Comencé a interesarme por los dichos y refranes debido a que en algunos de ellos se presenta algo así como una gran demostración del sin sentido de las palabras.
Poner las barbas en remojo. ¿qué sentido tiene eso? ¿para qué remojar las barbas? Y después me doy cuenta que no se trata de ninguna barba, sino de las bardas, muros, paredes que separan una propiedad de otra.
O por ahí alguien tomó una decisión salomónica, aludiendo al hijo del rey David, conocedor de sabidurías ocultas y poseedor de un gran sentido de la justicia. Ni para uno ni para otro. Así entendemos una decisión que Salomón nunca tomó.
Nos gusta vivir así, en una metáfora y para mencionar o nombrar una cosa preferimos decir otra palabra, que no es lo mismo, pero vamos siempre a pretender que tiene igual significado.
Y el que no está de acuerdo pone el grito en el cielo. ¿En qué parte del cielo? me pregunto. ¿Será algo así como un gran aviso luminoso?
Vivimos en la ciudad de los reyes. Lima es la ciudad de los reyes de la papa, del ajo, del rocoto y del olluquito con charqui. Y decimos que el Rímac es el rio hablador, aunque nunca nadie ha podido hablar con el rio, salvo Martín Adán, que acabó en el Larco Herrera.
Usamos la metáfora para todo lo que se presenta en el camino y acostumbramos decir a caballo regalado no se le mira el diente, como si alguna vez nos hubiésemos detenido a mirar los dientes de un caballo. ¿Cuántos dientes tiene un caballo?
También decimos que camarón que se duerme se lo lleva la corriente y debo decir que los camarones si duermen, pero no se los lleva la corriente debido a que escogen un lugar seguro y aparente. Son como nosotros, los humanos, que sabemos escoger donde vamos a pasar la noche, generalmente.
También decimos más vale pájaro en mano que ciento volando y no se francamente a qué pájaro se refiere, pero no conozco amigos dedicados a la caza de aves. No sabemos lo que es salir de cacería, pero el dicho lo tenemos siempre presente, a la mano. Al mejor cazador se le escapa la paloma, a vuelo de pájaro o gallina vieja da buen caldo y el gallo viejo con el ala mata.
También acostumbramos decir del lobo un pelo. Con la plata baila el mono o está por las patas de los caballos.
Y tal vez más entre mujeres que entre varones dicen por ahí que es una mosquita muerta… cuando se refieren a alguien que aparenta una conducta intachable, cuando no es así. Es más, tenemos otra frase para referirnos casi a lo mismo, es una bala perdida, cuando se trata de una persona muy inquieta.
Toy aguja dicen los muchachos para decir que no tienen dinero en el bolsillo y debe dar un paso al costado, para pedir la renuncia a algún mal funcionario o directivo.
Es un cero a la izquierda para señalar que alguien no sabe, es una nulidad, no sirve.
Los mirones son de palo decían las tías cuando jugaban a las cartas y nos acercábamos a ver lo que estaban jugando. Es un comentario para exigir silencio.
Plata como cancha dijo un político para decir que el Estado cuenta con suficientes fondos para atender las demandas de la población.
Y decimos sin pelos en la lengua cuando el comentarista es capaz de cantar verdades que difícilmente son ventiladas en público.
Abre tu pan dicen los muchachos al que quieren apartar del grupo, sal de aquí, no te queremos.
Todo el tiempo del mundo dice el comentarista deportivo cuando un delantero demora en sacar ese disparo que puede ser gol.
La vaca no se acuerda cuando fue ternera, Está pensando en las musarañas. Muerto el perro se acabó la rabia, de raza le viene al galgo, no lo conozco ni en pelea de perros o hicieron perro muerto.
De noche todos los gatos son pardos, ponen al gato de despensero, buscando tres pies al gato o hay gato encerrado.
La cabra siempre tira al monte, es una cabra loca, la madre del cordero o es la oveja negra.
Más sabe el diablo por viejo que por diablo, le clavaron su San Benito, la vela verde, un pandemonio o a quien Dios se la dio San Pedro de la bendiga, entre gallos y medianoche y donde el diablo perdió el poncho, cabeza de turco, mirar la paja en el ojo ajeno, devoto de la virgen del puño o de dónde pecata mea.
Yo hablo con el dueño del circo, no con los payasos, lo que pasa es que estas pensando en la Luna de Paita, mejor vamos a darle curso al expediente, y debemos apurarnos porque el asunto corre como reguero de pólvora.
Lo que se ve no se pregunta, pasa piola, ajuste de cuentas, me cae de perillas.
Bueno es culantro, pero no tanto, en todas partes se cuecen habas, quien se fue a Villa perdió su silla, más vale tarde que nunca, no tiene ton ni son, lo que pasa es que les gusta dorar la píldora, cada loco con su tema.
Puedo seguir citando montones de dichos, pero todo exceso es una ofensa, de manera que pongo punto final a esta breve argumentación con la que pretendo demostrar que efectivamente somos un país metafórico, nos encantan las metáforas.
Dichos y refranes son la cultura viva de pueblos que encuentran de esta manera una suerte de enorme archivo de la moral, la ética y la estética.
Aparecen en poemas, en la Biblia, novelas, discursos, sermones y en las aulas, en la propaganda, los murales, las pancartas, periódicos y revistas, en las conferencias magistrales.
Son tan comunes que no nos percatamos cuántos conocemos y usamos a diario y seguramente les sucederá como a mí que me puse a repasar e investigar y me encontré con una cantidad tan grande que me empujó a intentar un inventario que es lo que pongo en consideración, como un simple intento de ayudar a conocernos a nosotros mismos.