Cuando mi tía Adela jugaba a la canasta con Rosita Eyzaguirre, Ana Vaccaro y Herminia Santana, repetían ese dicho a quienes nos asomábamos para verlas jugar. Los mirones son de palo decían y estaba prohibido hablar, hacer gestos o interferir en las jugadas.
Los mirones son de palo quiere decir que puedes ver, pero no hablar, no debes opinar, debes limitar tu presencia al rol de observador, los juegos de naipes requieren de absoluta discreción, cualquier movimiento puede ser interpretado como clave o posibilidad de soplo.
Los mirones son de palo, el dicho, sugiere que en algunos casos es preferible mantener silencio y no entrometerse en asuntos que no nos conciernen.
Es una recomendación, pero también advertencia y es que el riesgo de entrometerse en asuntos que no son de nuestra incumbencia nos expone a tener que actuar o responder situaciones que muy probablemente solo nos traerán problemas, enemigos, dolores de cabeza.
Dos congresistas de distintas bancadas políticas discuten sobre un asunto en el que son los mejores exponentes de sus ideologías. Mejor será resuelvan entre ellos la disputa y procuren arribar a un consenso que satisfaga a todos. Pretender opinar sobre materias que no son de nuestro dominio acarreará, seguramente, el disgusto de ambas partes.
Es como cuando una pareja discute en plena vía pública de temas conyugales que incumben únicamente a ellos mismos, no te inmiscuyas en asuntos de pareja salvo que lleguen a una situación de violencia que pueda afectar la integridad de alguno.
Los mirones son de palo significa que no debemos meternos en asuntos ajenos.