Vivimos engañados con eso de ser un país agrario. Tiene algo de verdad debido a la gran cantidad de gente que trabaja en el campo, pero nuestro país no vive de exportar papas y camotes, la sorprendente y moderna agro exportación es un fenómeno reciente, de este siglo y se ha desarrollado sobre las cenizas que dejó la reforma agraria de Juan Velasco Alvarado.
Pero pese a la innegable oportunidad de trabajo que brinda la agricultura a millones de peruanos, nuestro país sigue dependiendo económicamente y en gran medida de la minería
Recientes estadísticas precisan que gracias a la agricultura nuestro país recibe divisas por cerca de diez mil millones de dólares anuales, la pesca representa otros cuatro mil millones, en productos químicos dos mil 300 millones, sidero- metalúrgico mil 600 millones y metal mecánico 660 millones.
La minería formal representa ingresos de divisas por más del doble de todos esos rubros juntos, sin contar más de dos mil millones de dólares por concepto de oro de la minería ilegal.
Es con los impuestos que generan estas actividades que podemos abastecernos de todo aquello que el Perú no produce, en la cantidad suficiente para satisfacer nuestro mercado como ocurre con el trigo, la soya, el maíz duro, arroz y lácteos.
La importación masiva de esos productos revela que nuestra agricultura no satisface la demanda y necesitamos divisas para comprar esos alimentos básicos en la canasta de los hogares peruanos.
También requerimos importar productos industriales como son todo tipo de vehículos, aparatos electrodomésticos, medicinas, ropa, calzado, combustibles (petróleo y gasolina) fertilizantes entre muchos otros.
La gran Cordillera de los Andes ha marcado nuestro destino, con todo lo que significa dificultad para unir con el mercado a cada uno de los pueblos asentados en medio de una enrevesada geografía.
Y es también nuestra cordillera la que nos brinda todo tipo de minerales, en lugares ubicados generalmente por encima de los tres mil metros de altitud sobre el nivel del mar, en parajes inhóspitos y en condiciones climatológicas muy duras.
Cuando observamos algunos de los grandes centros mineros del Perú, desde lo alto de un avión, todo el complejo se pierde como un pequeño punto en medio de un océano de cerros enormes, inmensos, monumentales, inconmensurables.
Sin embargo, es desde esos lugares escondidos en medio de la cordillera, que extraen grandes cantidades de mineral, a veces concentrado, fundido y refinado, para ser trasladado a destinos lejanos, en otros continentes.
La historia de la minería en el Perú se remonta a los Incas y fueron ellos los que desarrollaron una intensa actividad para extraer gran variedad de metales, siendo el cobre el de uso más extenso. La mayor parte de la producción de oro procedía de la explotación de las gravas auríferas de los ríos.
He tenido oportunidad de conocer en Cajamarca antiguas minas de oro explotadas desde el incanato y la colonia y que siguen siendo trabajadas ahora con moderna tecnología.
También trabajé una temporada en Cuajone y fui testigo del esfuerzo de sus trabajadores y directivos (cuando los dueños eran gringos) por hacer rentable una operación que brinda oportunidad a numerosas personas, a veces sin haber tenido previamente una capacitación que recién recibieron en los centros de entrenamiento de la empresa.
La gran minería brinda viviendas dignas, educación para los hijos de los trabajadores y sus esposas, muy buenos servicios de salud y divisas al presupuesto nacional. El gobierno central y los gobiernos regionales y locales reciben miles de millones de soles por concepto de canon y regalías, todos los años.
Las exportaciones entre enero y setiembre del año 2022, según cifras oficiales, superan los 100 mil millones de soles, en un año que hubo buenos precios para el oro, la plata y el cobre, pero también un bajón en los volúmenes debido a la pandemia y conflictos sociales.
El Foro de Sao Paulo, que agrupa a los partidos políticos sudamericanos es refugio y promotor de un movimiento que asume banderas antiextractivistas. Se oponen a la minería, la pesca, la agricultura, la industria y explotación de los bosques.
Reman contra la corriente y por el Perú participan en este movimiento alentado por el gobierno brasileño, algunos partidos políticos que son simples etiquetas, no tienen representación ni respaldo popular como son Fuerza Ciudadana, Tierra y Libertad, Partido Comunista del Perú Patria Roja, Partido Comunista Peruano, Partido Socialista del Perú, Partido Nacionalista Peruano, Partido Humanista Peruano, Perú Libre y Partido Pueblo Unido.
Son ellos los que buscan cualquier pretexto, generalmente ambientalista, exagerando o inventando excusas relacionadas con el cuidado ambiental, los que promueven el sabotaje a la actividad que permite que el Perú no caiga en extremos de mendicidad económica como padecen Cuba, Venezuela y Nicaragua.
La minería es el verdadero motor del desarrollo del Perú y es lamentable que por culpa de malos gobiernos no se promueva y aliente grandes inversiones mineras, mientras nuestros vecinos, con menos yacimientos logran exportar más que nosotros.
Atentar contra la minería es atentar contra el desarrollo nacional.