Al terminar la segunda guerra mundial y pese a los bombardeos que la destruyeron en gran parte, Berlín seguía siendo la ciudad más bella y más grande de Alemania. Su administración fue encargada a un consejo militar integrado por generales de Rusia, Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos, representando a los cuatro sectores en los que fue dividida, pero muy pronto se redujo a dos partes. Una oriental y otra occidental, que en términos geográficos marcó la división del mundo moderno. Un sector comunista y el otro capitalista.
Las mejores condiciones económicas, de viviendas y principalmente de libertad, motivaron una fuerte migración de oriente a occidente, calculada en millones de personas que desde diversos países orientales, del grupo de países comunistas, huían de sus respectivas dictaduras. Para poner fin a esa fuerte migración es que los comunistas decidieron construir un muro, el famoso muro de Berlín, el Muro de la Vergüenza. Se estima que fueron millones de personas las que muy rápido se dieron cuenta que no podrían vivir tranquilas bajo la presión de la dictadura del proletariado, la dictadura comunista.
Cuando ya no necesitaban esos infinitos ejércitos de combatientes, había que comenzar a ver los beneficios de este novedoso régimen, que había acabado con las oligarquías, con los reyes y príncipes, con los monarcas, zares y tiranos que habían gobernado esos mundos, pero el cambio no arrojó los resultados que estaban esperando. Los palacios pasaron a ser ocupados por las cúpulas de los partidos comunistas, por sus dirigentes y sus familias y en el fondo, todo seguía siendo igual, tal vez peor.
En Alemania Oriental, como en los demás países comunistas, sus habitantes se pasaban a la Alemania Occidental, que la tenían ahí a la mano. Familias enteras se desplazaban al otro lado, a la otra Alemania, convencidas de las bondades del capitalismo. Esto fue posible hasta que un buen día apareció el muro. No se sabe, ni nunca se sabrá el número de personas que murió tratando de atravesar esa pared, esa maldita pared, pero el hecho que expusieran sus vidas para escapar del comunismo, como lo hacen desde la isla los cubanos, refleja las duras e injustas condiciones a las que son sometidos los habitantes de un sistema de gobierno que fracasó en toda su extensión y que el tiempo se encargó de demoler. Numerosas novelas y películas mostraban historias basadas en hechos reales, dramas que no alcanzan a describir los horrores que fueron capaces de cometer los dictadores del comunismo mundial